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Reportaje:Primer plano

La marea (bancaria) va por barrios

El resultado de los 'test' de estrés en EE UU dirá si lo peor ha pasado aunque no pueda aplicarse a Europa

"Hasta cierto punto, tenemos el futuro en nuestras manos". José Viñals quería imprimir a su estreno como director del departamento de mercados monetarios y de capitales del Fondo Monetario Internacional (FMI) un tono de relativo optimismo y de confianza. Pero la verdad es que las cifras ofrecidas por el organismo sobre la evolución del sector financiero dejan poco margen a las dudas.

Según los datos del FMI, las pérdidas del sector financiero con la crisis superan ya los cuatro billones de dólares en Estados Unidos, Japón y Europa, y sólo un tercio de esa cuantía ha sido reconocida ya. Así que lo peor para la banca está por venir, aunque bien es cierto que el futuro no se presenta igual para todos.

El Instituto de Finanzas no descarta un nuevo episodio de pánico

Europa, donde el impacto de la crisis económica y financiera va más retrasada, será la gran protagonista en los próximos meses del reconocimiento de las pérdidas derivadas de la crisis. 750.000 millones de dólares en 2009 frente a 154.000 en 2008, según el FMI.

El gran riesgo, además, lo presentan los mercados emergentes y, especialmente, Europa del Este, donde algunos países europeos, como Austria, tienen importantes intereses bancarios. En el caso de Latinoamérica y Asia, su principal amenaza está relacionada con el colapso del comercio mundial y la actividad económica. Pero el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) advierte que el recelo de los inversores ya se ha dejado sentir. Los flujos netos de capital privado rondarán los 65.000 millones de dólares este año, frente a los 96.000 millones en 2008 y los 315.000 en 2007. El BAD especifica que ese fuerte descenso se explica, sobre todo, por la repatriación de unos 25.000 millones sólo este año por parte de la banca comercial extranjera, que hasta ahora habían tenido un papel muy activo en la región.

El mapa de riesgos para el sector financiero [ver gráfico] se completa con un aumento de los riesgos macroeconómicos respecto a octubre pasado, dado que los costosos planes de rescate reducen el margen de actuación de las cuentas públicas. Los riesgos para el crédito también se han disparado ante el endurecimiento de las condiciones de acceso y las dificultades para acceder a nuevo capital por parte de los bancos. Esto había provocado hasta febrero, según un informe de JPMorgan, un descenso de los préstamos bancarios sólo en Estados Unidos del 10% en tasa interanual.

Estos datos ponen en duda que Estados Unidos haya dejado atrás lo peor de la crisis, como insinúa el FMI. La próxima semana el Tesoro dará a conocer el resultado de los test de estrés que está llevando entre las principales entidades del país, para conocer si están o no suficientemente capitalizadas. De nuevo los cálculos del FMI apuntan a una necesidad de inyección de capital por parte de los bancos estadounidenses de entre 275.000 y 500.000 millones de dólares. La Reserva Federal es más optimista. "La mayoría de los bancos estadounidenses tienen actualmente niveles de capital más que suficientes para cumplir con el nivel de capitalización exigido", dijo el viernes.

El mercado no oculta su temor a los resultados de esos test. Según los datos recabados por el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), el coste de asegurar la deuda de los principales bancos mundiales se ha disparado en los últimos meses. La razón es el temor a que, ante la elevada necesidad de capital del sector y la menguante capacidad de respuesta de las arcas públicas, mucha de la ayuda sólo pueda materializarse a través de una conversión en acciones de la deuda subordinada y preferencial emitida por las entidades. Una decisión que conllevaría un importante cambio en los derechos de los accionistas y que suscita el temor a una "nacionalización por la puerta de atrás" entre los analistas de Wall Street.

Si esa conversión se materializa, advierte el instituto que agrupa a los principales bancos de todo el mundo, "habrá otro repunte en la aversión al riesgo similar, si no superior, al pánico desatado en septiembre y octubre pasados, lo que tendría calamitosas consecuencias para la economía global".

Para evitar ese nuevo episodio, el gurú de la crisis, el economista de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini, coincide con los bancos en la necesidad de inyectar capital "público o privado" en el sector financiero en una cantidad aproximada al billón y medio de dólares con el objetivo de restaurar el flujo de crédito y sentar las bases de la recuperación.

Hasta ahora, los bancos de EE UU apenas han captado 450.200 millones de dólares, procedentes tanto de capital público como privado, por encima de los 384.100 millones de dólares captados por sus colegas europeos. Sólo que, a diferencia de EE UU, el capital captado por la banca europea supera las pérdidas declaradas [ver gráfico], lo que les proporciona un pequeño colchón.

Aunque lo que la banca necesita, a juicio de los entendidos, no es únicamente una cuestión de dinero. Los analistas de Citigroup ofrecen su propia recomendación: para tener éxito en la siguiente fase de la estabilización financiera es necesaria una mayor transparencia en la cuantificación de las pérdidas y en los planes sobre cómo serán absorbidas. Irlanda, uno de los países más afectados por la crisis financiera, ya ha puesto en marcha su propio modelo al crear una agencia para asumir los activos problemáticos relacionados con el sector inmobiliario. Alemania ha optado por crear un esquema de banco malo para cada entidad con activos en problemas. No hay una única receta.

Así las cosas, no se puede decir que el sector financiero haya dejado atrás las tensiones. Como asegura el analista de riesgos Satyajit Das, "la situación de la banca ha pasado de catastrófica a horrorosa". Una condición insuficiente como base para garantizar la recuperación económica.

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