Subversión de valores
Se es cómplice de una inicua injusticia si se admite como válido, aunque sea mostrándose indiferente, que los tribunales creados con pretensión de jurisdicción internacional sigan aplicando la ley del embudo en cuanto a la selección de personajes a los que imputar -y condenar-.
¿En qué era peor Milósevic que los jerarcas de la OTAN, que con la mayor frialdad del mundo decretaron el bombardeo y el desmembramiento territorial de Yugoslavia?
Y ¿qué decir de los torturadores norteamericanos de Guantánamo, o de los israelíes -soldados y políticos- que se cubrieron de gloria asesinando a placer en Gaza?
Quienes, con sentido real de la justicia, nos sublevemos ante tal subversión de valores, y ante tal tomadura de pelo a la razón, lo menos que podemos hacer es mostrar nuestra indignación en tantas ocasiones como nos sea posible. Que ojalá sean bastantes, porque el justo clamor de muchos no siempre es inútil.