Un guiño a las estrellas

Ooohhh!", exclama unánimemente la gente cuando el gigantesco ojo, sin pestañear, se va abriendo hacia el cielo. Es la magia del Ull del Montsec. Así han bautizado a este planetario digital multimedia con una cúpula abatible de 12 metros de diámetro, único en el mundo, pieza angular del Centro de Observación del Universo (COU). El parque astrónomico, a las afueras de la localidad leridana de Àger, abrió al público el 3 de abril coincidiendo con el Año Internacional de la Astronomía. Una cita que rinde homenaje al científico italiano Galileo Galilei en el 400 aniversario (1609) de su gran invento: un telescopio para observar la Luna y las estrellas.

El COU está ubicado en un entorno natural privilegiado, la sierra del Montsec, cuya estabilidad atmosférica y casi nula contaminación lumínica lo convierten en un lugar ideal para la observación. Está dividido en tres áreas. La primera, donde se recibe al visitante, exhibe una exposición permanente en la que, a través de paneles, se da a conocer qué es el universo, sus orígenes y la formación del sistema solar. Se complementa con una descripción del Montsec.

Tras este aperitivo para abrir boca llega el plato fuerte: el planetario. Setenta asientos reclinados para dejarnos llevar por la magia de la tecnología (siete proyectores) hacia el universo, en un audiovisual sobre su cúpula, logrando un efecto integrador que hace sentir al visitante como si fuera una más de las estrellas que pululan entre planetas, satélites y meteoritos. Terminado el mismo, el gran ojo se abre dejando ver el cielo, lo que es aún más espectacular en las sesiones nocturnas.

La tercera parte es el Parque de los Telescopios. Dos edificios con pequeñas cúpulas dotados de sendos aparatos para escudriñar el cielo. Uno catadióptrico, otro refractor y un celostato que proyecta imágenes del Sol sobre una pantalla situada en la planta baja de una de las cúpulas. También hay un conjunto de telescopios portátiles para las visitas vespertinas.

Pero esta aventura espacial no acaba aquí. Se desarrolla un interesante taller de astronáutica, opcional, de 50 minutos. En una sala, y a través de fotos, se hace un rápido repaso de la historia de la astronáutica, desde el mitológico Ícaro a los sofisticados cohetes del proyecto Apolo o las estaciones espaciales. Así, los niños descubren lo que hay de real más allá de la ficción cinematográfica de Star Treck. Y a familiarizarse con nombres como la perrita Laika (primera viajera espacial, 1957), Yuri Gagarin (primer astronauta, 1961) o Neil Armstrong (primer hombre que pisó la Luna, en 1969). Pero el taller tiene también su parte experimental. En los terrenos anexos al COU hay una torre de lanzamiento a escala, un mini Cabo Cañaveral. El instructor pide que salga un niño voluntario, al que lleva hacia la torre, le muestra cómo se monta el cohete para el despegue y le cede el honor de accionar el botón. Los asistentes inician la cuenta atrás: cinco, cuatro, tres, dos, uno... y el cohete sale disparado hacia el cielo, hasta alcanzar unos 300 metros. El parque se completa con un observatorio astronómico situado a 1.570 metros, en Sant Esteve de la Sarga, dedicado a investigación y formación, no abierto al público.

Tras dos o tres horas de levitación celestial, bien vale volver a poner el pie en tierra. Y para completar la jornada, hay diversas alternativas. La más tranquila es bajar a Àger y dar un paseo por este pueblo medieval que arropa una colegiata y un castillo del siglo XI. Los más intrépidos pueden apuntarse a los deportes de aventura de la zona, marcada por vertiginosos desfiladeros, como Mont-Rebei, o ríos como el Noguera Pallaresa: parapente, ala delta, vuelos en globo, escalada, kayac...

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