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Resurge una Semana Santa de 500 años

Bilbao vive un nuevo esplendor de sus celebraciones, que se remontan a 1554 - La Procesión de la Luz y la Resurrección cierra hoy el ciclo penitencial

Si el tiempo no lo impide, hoy, tras la misa de mediodía en la Catedral de Santiago, saldrá la última de las 12 procesiones (la de la Luz y la Resurreccion) que esta Semana Santa han recorrido Bilbao. Organizada por la Hermandad de Cofradías de la capital vizcaína, la comitiva de este día supone un colofón festivo a una celebración religiosa que Unamuno caracterizó hace ya más de un siglo como "solemne, seria y sobria" y que vive ahora un nuevo esplendor desde que comenzase su celebración allá por 1554, cuando se fundó la Cofradía de la Vera Cruz.

"Entonces, Bilbao dependía del Obispado de Calahorra y del círculo de influencia de Castilla, con lo que no es de extrañar que su peso fuera determinante en el carácter de estas celebraciones", recuerda Víctor Hériz, vicesecretario de la Hermandad de Cofradías. Esta austeridad se ha mantenido durante los siglos y ha sido reconocida en los últimos tiempos. "Hay que entender este renacimiento como una muestra de que la gente no está conforme con la sociedad de consumo en que vive, que busca otros valores", indica Pedro Guinea, abad de la Hermandad de la Vera Cruz, con 1.200 cofrades.

"Hay entre el público muchos forasteros llegados por el 'efecto Guggenheim"

Esta hermandad organiza dos de las estaciones de peniten cia que se han debido suspender este año por el mal tiempo: la del Jueves Santo, de manera parcial, y la del Viernes Santo, desde su inicio. Así y todo, el éxito de las que han podido procesionar muestra este resurgimiento de las celebraciones. "La Semana Santa ha vivido dos momentos singulares en su última época: por un lado, la crisis de fines de los setenta y los ochenta, motivada por la correspondiente crisis religiosa y los factores sociopolíticos de la Transición; por otro, el repunte de los noventa, que culmina en este siglo, en ascenso hasta hoy", recuerda Hériz.

Además de las espirituales citadas por Guinea, también hay que buscar las razones de este resurgir en "la mejora de los pasos, la incorporación de nuevas cofradías, el mejor sonar de las bandas y la presencia de más público", reconoce el vicesecretario de la Hermandad. Y ello sin olvidar una mejor política de comunicación por parte de los organizadores, desde el Museo de Pasos, ubicado en la calle Iturribide, hasta la difusión de 60.000 folletos informativos de la mano de la transformación de Bilbao en una ciudad más atractiva para el turista. "Es cierto, notamos la presencia entre el público de muchos forasteros que llegan por el efecto Guggenheim y que se incorporan a las procesiones", explica el abad de la Veracruz.

Los cofrades bilbaínos defienden la idiosincrasia de sus procesiones, desde las saetas que se cantan en la Procesión del Nazareno a su paso por la calle Las Cortes, expresión del hondo sentir del antiguo barrio chino, a la impresionante Procesión del Silencio, que recorre las calles del Casco Viejo en la madrugada del Viernes Santo.

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Los bilbaínos han creado incluso sus propios personajes dentro de la imagineria de los pasos. En el paso de La Coronación de Espinas se encuentra el Kakanarru de Anatxu, haciendo mofa a Jesús y en el paso de La Cruz a Cuestas, le sigue el insolente frakagorri, el de los calzones rojos tocando el cuerno. Son la anécdota que acompaña a unas figuras de madera policromada firmadas por artistas como Juan de Mesa, Raimundo Capuz, Manuel Romero, Quintín de Torre o Higinio Basterra, un patrimonio valorado en conjunto en más de tres millones de euros.

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