Infiltrados en Guantánamo
National Geographic entra en la prisión de la base estadounidense
En raras ocasiones ha podido acceder un equipo de televisión a la prisión militar de Guantánamo (Cuba) durante tres semanas. Por eso Dentro de la alambrada: Guantánamo, un documental que emitirá el 26 de abril (21.00) National Geographic (dial 61 de Digital +), supone un testimonio privilegiado de cómo es la vida dentro del centro de internamiento, al que los militares estadounidenses trasladaron, a partir de 2002, a supuestos terroristas de Al Qaeda y talibanes afganos. Tras la llegada de Barack Obama al Gobierno tiene los días contados.
Sólo se pusieron dos restricciones al acceso a las instalaciones de Bonni Cohen, directora de la producción. A saber: no entrar en el campo número 7, de máxima seguridad, que alberga a los que se considera más peligrosos y cuya ubicación es secreta y abstenerse de mostrar en pantalla la cara de los reclusos detenidos en el resto de pabellones.
En el documental se escucha la voz de los detenidos pidiendo justicia
Sin embargo, a los presos se les oye. Se escucha su voz desgarrada, pidiendo justicia. Se quejan de lo que consideran tortura. En una parte del documental, uno de ellos exclama, tras la puerta de su celda: "Podéis organizar toda esta propaganda, pero no para mí. Si creéis esto, yo soy Papá Noel... Después de 5 o 7 años, ¿sabéis qué? América está capturando las vidas de civiles inocentes y está convirtiéndolos en muyahidines".
Fue el ex adjunto al Secretario de Defensa responsable de los asuntos concernientes a los presos, Charles Stimson -persona de confianza de Donald Rumsfeld- quien posibilitó que se rodaran estas imágenes y que llegaran al gran público. "Desde 2006 admitimos un mayor número de visitas a Guantánamo de congresistas y parlamentarios europeos. Esta apertura también alcanzó a los medios de comunicación. Quisimos que la opinión pública juzgara por sí misma, y que el debate versara sobre las implicaciones legales de Guantánamo, y no sobre cómo se trata allí a los presos", dijo en un acto en Washington al que acudió para la presentación del documental.
Tanto Stimson como el personal militar de la base opinan que el trabajo muestra el día a día en Guantánamo con una cruda imparcialidad que les favorece. "No hay nada en este centro sobre lo que yo no esté orgulloso de hablar a mis hijos o de contar a mi madre", dice en el metraje el almirante David Thomas, comandante que actualmente está al cargo de la base. A través de estas imágenes se narra la vida de los presos y del personal militar, como la de la soldado Smith, que pidió voluntariamente el traslado a la base. Ella misma se encarga de supervisar durante once horas uno de los pabellones. "Me alisté en el ejército porque siempre quise hacer algo grande. Hasta ahora no lo he experimentado así", confiesa. Sobre su trabajo en la cárcel dice que se enfrenta a problemas como presos que tapan las ventanas de las celdas con toallas o que inundan los pabellones. Huelgas de hambre, ataques con heces o salivazos están a la orden del día. "Es una amenaza el sólo hecho de entrar ahí", admite.
En el otro extremo están antiguos presos liberados. Personas que se quejan de un trato inhumano, como Moazzam Begg, que vivió en Reino Unido durante años y se mudó a Afganistán justo antes del 11 de septiembre de 2001. Él dice que, simplemente, organizaba una escuela. El Gobierno de EE UU le acusaba de financiar células terroristas. "Cuando me capturaron, me dijeron que yo era propiedad de EE UU desde entonces. Y que ya no tenía derechos".
Cohen ha tratado de ofrecer una imagen imparcial de Guantánamo, trufando su propia filmación con fragmentos de discursos de aquellas personas que han regido los designios de los más de 250 presos de esta base, como el ex presidente George W. Bush, el ex vicepresidente Dick Cheney o el propio Rumsfeld. Días después de tomar posesión, Obama ordenó que la prisión cerrara en el plazo de un año. Esto convierte a Dentro de la alambrada: Guantánamo en uno de los últimos testimonios del final de una era política.
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