Crónica negra con casos reales
Rubalcaba presenta 'Barcelona negra' y se declara un entusiasta del género
Ocho periodistas y un escritor (Andreu Martín) son los autores de Barcelona negra (Planeta), un libro que reúne otros tantos relatos sobre casos reales resueltos por el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) en Barcelona. Ha "soñado" y coordinado el libro Rafael Jiménez (Barcelona, 1962), inspector del CNP y actual responsable del gabinete de prensa, relaciones públicas y protocolo de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña. El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, presentó el libro en un acto masivo celebrado en Barcelona al que asistieron representantes de todas las fuerzas policiales y de seguridad del Estado, así como políticos -el consejero de Interior de la Generalitat, Joan Saura, en primera fila- y el nuevo responsable de los Mossos d'Esquadra, Joan Delort.
"Soy un gran amante de la novela negra y leo por la noche, de 1.00 a 1.30, mientras me hace efecto la pastilla para dormir", afirmó Rubalcaba. "El título de Barcelona negra está muy bien puesto", añadió el ministro, que recordó a Manuel Vázquez Montalbán y su Carvalho. "La novela negra aborda la parte oscura de la sociedad. A veces se la ha considerado un subgénero, pero ya no es necesario dignificarla. Está ahí. Tampoco hay que dignificar a los policías, porque su trabajo habla por sí solo. Llevan una doble vida, el trabajo en la parte oscura y luego la familia, los hijos, los amigos. Eso podría haberlos conducido al escepticismo, pero no ha sido así. Eso pasa también con los periodistas de sucesos y por eso se llevan tan bien. Y eso es lo que me gusta de este libro". El ministro ensalzó los relatos y destacó el del atentado de Hipercor, escrito por Jordi Corachán, y el del secuestro del futbolista Quini (Andreu Martín).
Los nueve casos que aparecen, entre ellos La vida en una frase, de Santiago Tarín; Gafas grandes para matar, de Enrique Figueredo; Se equivocaron con Ronnie, de Maika Navarro, y Clic, de Carlos Quílez, tienen un denominador común: están bien escritos y se leen con gusto, como si fueran de ficción. También comparten que trascienden la pura crónica periodística y son un homenaje, tal como Rafael Jiménez quería, a la labor de la policía. Quizá por eso, por esa voluntad de homenaje compacto, sin fisuras, se ha caído un relato sobre un jefe superior incompetente que disentía de ese canto hagiográfico. Los beneficios del libro irán íntegramente al Casal d'Infants del Raval. Editorial Planeta ya les ha adelantado 6.000 euros a cuenta de los derechos de autor.
Rubalcaba acabó ayer su intervención con un homenaje a Raymond Chandler. "Me gustan sus diálogos, vivos, punzantes y rápidos". Destacó uno que aparece en Playback y que dedicó a Saura: "Un cliente le pregunta a Marlowe cómo puede ser a la vez tan duro y tan tierno. Marlowe le responde que si no fuera duro, ya estaría muerto, y si no fuera tierno, no merecería la pena vivir".
Una divertida batalla literaria
Ya sabemos, lo explicaron hasta la saciedad, que Barcelona negra es un homenaje ala policía y a Barcelona. Pero es difícil no pensar que tras todas estas loas se oculta una singular y divertida batalla entre polis y mossos.
Los escritores negros barceloneses reflejan esta competencia. Los más recientes, El silencio de los claustros (Destino, también en catalán), de Alicia Giménez Bartlett, y No hay que morir dos veces (Planeta), de Francisco González Ledesma dejan bien claro la difícil coordinación entre ambos cuerpos. En El silencio de los claustros, la inspectora Petra Delicado se queda el caso y no lo pasa a los mossos porque la superiora del convento se empeña en que sea ella quien lidere la investigación. El irreductible inspector Méndez, de Ledesma, sabe muy bien que el caso de la joven que mata a su novio durante la boda es competencia de los mossos, pero, tan asilvestrado como siempre, sigue adelante e incluso se mete en temas de terrorismo, a priori reservado al Cuerpo Nacional de Policía. Y Andreu Martín ha creado un personaje que lleva camino de tener tanto éxito como su Flanagan: Wendy, una mosseta que quiere ir a por todas.
Pero lo más divertido es que el Departamento de Interior ha creado un premio de novela negra, el Crim de Tinta. La primera convocatoria la ganó un mosso, Marc Pastor, con La mala dona (La Magrana), un nueva visión de los crímenes de Enriqueta Martí. La segunda edición se fallará después de Semana Santa. Qué oportuna, pues, la salida de Barcelona negra para recordarnos que la policía no sólo sigue existiendo en Cataluña, sino que es muy querida (al menos por los periodistas colaboradores). En esta trifulca literaria hay que tener en cuenta otro nombre, Eduard Pascual, un mosso que ha escrito un notable libro, Códex 10 (Rocaeditorial), en el que, a través de relatos basados en casos reales, narra con gran acierto el funcionamiento de los Mossos d'Equadra. Es entusiasta con su cuerpo, pero deja ver más claroscuros que el entregado Barcelona negra. Todo está bien, mejor la competencia literaria que la profesional. Puede aportar buenos e interesantes frutos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.