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HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Columna
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El milagro de Oklahoma

Cuando queda poco más de una semana en el calendario de la NBA, la mayoría de la gente asociada con la Liga tiene la atención puesta en las próximas eliminatorias. En ambas conferencias, los equipos luchan por clasificarse y reina una gran agitación. Bueno, todo lo grande que puede ser en el maratón de la temporada de la NBA. En el Este nada está decidido, ni siquiera qué equipos jugarán los playoffs. En el Oeste, la lista de participantes está más clara, pero sus puestos están todavía turbios.

Como se acercan los playoffs, no tendré muchas posibilidades de escribir sobre los equipos que no sean los sospechosos habituales. Dentro de poco se van a cansar de oír cosas de Cleveland, Boston y Los Ángeles. Así que hoy voy a hablar de un equipo al que no se le suele prestar mucha atención: los City Thunder de Oklahoma. A lo mejor se preguntan por qué desperdicio espacio con los Thunder, que están casi los últimos. Si sólo siguen la NBA de vez en cuando, es posible que ni siquiera sean conscientes de que hay un equipo ahí. A decir verdad, tendrían que estar más que interesados en la geografía para saber que hay un estado en mi país llamado Oklahoma. En caso de no saberlo, aquí va un pequeño resumen: Oklahoma es el sitio al que mis antepasados menos escrupulosos enviaron a todos los indios cuando les robaron su tierra.

El equipo ha acumulado estrellas y márgenes salariales: parece que está preparado para un éxito a largo plazo

Me paré a pensar en Oklahoma City por dos razones. Primero, y de forma más general, siempre me ha intrigado el comportamiento de los equipos que no llegan a los playoffs cuando a los jugadores les queda claro que han perdido toda esperanza. ¿Siguen intentándolo esos jugadores? ¿O tiran la proverbial toalla y se pasan las noches intentando fecundar al equipo de animadoras? Segundo, y más específicamente, me di cuenta de que los Thunder no aparecen en las posiciones en las que pensaba que iban a estar, es decir: no están los últimos. Si todos pudiéramos tirar del DeLorean que llevamos dentro, podríamos volver a un momento anterior de esta temporada cuando los Thunder quedaron 1-16 el 28 de noviembre, 2-24 el 16 de diciembre y 4-30 el 2 de enero. En caso de que ustedes, queridos lectores, sean nuevos en esto de contar los puntos en el baloncesto o se les den especialmente mal las matemáticas, esos totales de victorias y derrotas no son buenos. En esas fechas, los Thunder tuvieron unos porcentajes de victoria del 0,059; 0,077; y 0,118. No son unas tasas de éxito malas si están tirando dardos a unos mosquitos desde la otra punta de la habitación, pero no son muy buenas si están intentando dirigir un equipo de baloncesto. En el momento de escribir estas líneas, el récord de los Thunder está en 21-53, un porcentaje de victoria del 28,4%. Por sí solo, es un año espectacularmente mediocre. Pero en comparación con las cifras increíblemente bajas del invierno, un 28,4% es milagroso.

Hay más buenas noticias para el equipo antes conocido como los Sonics de Seattle. El joven genio que tienen de director general, Sam Presti, ha amontonado estrellas seleccionadas y márgenes de topes salariales, y al parecer el equipo está preparado para un éxito a largo plazo. Suponiendo, claro está, que Presti sea igual de persuasivo a la hora de vender a los jugadores la idea de vivir en Oklahoma como espabilado para convencer a otros directores de hacer cambios en su favor. Una cosa está clara: Oklahoma City no es París. Como he conocido a este hombre, no me sorprendería ningún milagro que pueda obrar. Pero recuerden que antes creía que Danny Manning era el mejor jugador del mundo. En cualquier caso, los Thunder tienen todas las piezas que hacen falta, a pesar de la geografía. Aborrezco hacer predicciones, así que no lo voy a hacer. No obstante, no se sorprendan si, dentro de un año, no menciono a los Thunder cuando hable de los equipos que están llegando a trancas y barrancas a la línea de meta de la NBA.

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