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Columna
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Manipulaciones en democracia

Durante la manifestación que el pasado domingo se desarrolló por las calles de Córdoba, convocada por el Partido Popular andaluz en contra de la crisis, Javier Arenas dejó caer algunas perlas que nada tenían que ver con la convocatoria. Expresiones como la de que si gobierna en Andalucía iba "a operar una profunda reforma educativa" fue una de ellas. Otra fue dirigida contra la nueva ley del aborto, destacando que las mujeres de 16 o 17 años -niñas, las llamaba- tenían que contar con la autorización de sus padres para interrumpir su embarazo.

No es cuestión de entrar ahora en estos ejemplos demagógicos. Si acaso baste decir que un partido que quiere situar la edad penal en los 14 años no parece que sea el más idóneo para establecer a qué edad comienza la edad adulta Un disparate.

En cualquier caso lo que más me inquieta de esta manifestación es que se convoca contra el paro y se termina hablando de Educación para la Ciudadanía y de la interrupción del embarazo. Es una forma más de manipular la opinión pública y deformar su expresión. La opinión pública se expresa en un sistema democrático a través de las urnas y de los medios de comunicación. Si los dirigentes no se dan por enterados ni por unas ni por otros queda el recurso de la manifestación. El mensaje que se quiere hacer llegar en una manifestación se expresa con una claridad rotunda. De una parte cualquiera que asista debe conocer a qué va. De otra el mensaje llega sin fisuras a todos los políticos, de suerte que hasta el más tonto se tiene que dar por enterado.

Las manifestaciones a favor de la vida de Miguel Ángel Blanco y la invasión de Irak son un ejemplo de lo que son las manifestaciones. Fueron triunfos de la opinión pública al tiempo que fracasos políticos. También fueron ejemplos por la claridad del mensaje. El elevado número de personas; el anonimato de de los asistentes y los medios de comunicación sirvieron como fórmulas de expresión de la opinión ciudadana. Había uniformidad y una sola voluntad.

Hoy, estas convocatorias del PP y en concreto la de Córdoba, no responden a estos objetivos. Pero, aún así, las manifestaciones que se están sucediendo en esta crisis deberían dejar claro que lo que desean manifestar es su profunda preocupación y su decepción con un sistema económico que ha amenazado con quebrar. Temen su colapso. Hay motivos para salir a la calle. Estamos aquí para manifestarnos contra el paro, el desempleo y la crisis. Por estas razones nos manifestamos.

Aprovecharse de esta llamada de socorro para reivindicar la reforma educativa andaluza o para hablar de la reforma de la actual ley sobre la interrupción del embarazo no responde a los fines de la llamada a tomar la calle. Se trata de una llamada con engaño pues, por medio de ella, lleva el grupo político convocante cuestiones de orden legal, cuyo ámbito de discusión para los partidos con representación parlamentaria son el Congreso y el Senado, y el Parlamento andaluz en el caso de la reforma educativa.

Una salida de tono de las muchas de Javier Arenas. El paro y la crisis los usa para cuestiones distintas y dar se peculiar mitin electoral. Estas manifestaciones no terminan antes las instituciones financieras sino que actúan frente al Gobierno andaluz, como si el grupo popular no gobernara y no existiera paro en las comunidades que gobierna. Como si en Valencia o Madrid, entre otras, la crisis no existiera. Comunidades en las que el PP no se manifiesta.

Es una forma de tratar a los ciudadanos como idiotas y valerse de las manifestaciones para desgastar a un gobierno concreto. Claro que a lo mejor Javier Arenas sabe todo esto, y lo que ocurre es que a estas manifestaciones sólo van adeptos de la Conferencia Episcopal así como los miembros de las asociaciones que recurren la asignatura Educación para la Ciudadanía. Es probable; después de todo les afecta algo menos la crisis dadas las elevadas subvenciones públicas de las que se nutren el celibato institucional y los colegios concertados.

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