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Entrevista:EDURNE PASABAN | Alpinista

"El amor se me da fatal"

En el horizonte de Edurne Pasaban (Tolosa, 1975) asoma el Kanchenjunga. Es la tercera montaña más alta del mundo tras el Everest, el primer ochomil que holló, y el K-2, donde le acarició la muerte, vivencia que cada día le recuerdan sus dos falanges ausentes, una en cada pie. Lejana queda en el tiempo la depresión que le alejó de las montañas y de la felicidad. La alpinista guipuzcoana parte hoy hacia Nepal, donde lanzará el sprint final de su colosal desafío, convertirse en la primera mujer que corona las 14 cimas más altas del planeta. Ya suma once. "La presión es cada vez mayor, pero no dudaré en darme la vuelta", afirma, y su voz suena firme al otro lado del teléfono.

Pregunta. ¿Cómo ha enfocado la preparación?

"La maternidad fue uno de los factores que me llevaron a la depresión"
"No dudaré en dar la vuelta: lo que más deseo al escalar es volver a casa"
"Más que un reto, ser la primera con 14 'ochomiles' es puro 'marketing"
"Las críticas no me afectan, no engaño a nadie: mi nivel no da para innovar"
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Respuesta. En el CAR de Sant Cugat, con un entrenador personal. Ha sido duro. Por las mañanas hacemos mucho volumen, salimos en bicicleta de montaña y de carretera, trabajando el aeróbico, la resistencia. Por la tarde nos metemos en el gimnasio.

P. La montaña absorbe todo su tiempo.

R. Vivo de ella, y vivo bien, pero intento hacer más cosas. Estoy sacando el título de coacher. Imparto conferencias en empresas sobre liderazgo y motivación. Vine a Barcelona por amor, pero cuando acabó me quedé por el trabajo y el entrenamiento.

P. ¿Qué añora de Euskadi?

R. El ambientillo: las cenas con los amigos y salir a potear.

P. ¿Qué tiene de especial el Kanchenjunga?

R. Es una montaña alta. No es lo mismo una montaña de 8.586 metros que otra de 8.000 pelados. El día de cumbre estaremos mucho tiempo por encima de los 8.000, y eso se nota mucho. Nos costará. De las tres ascensiones que me quedan, es la segunda en dificultad, tras el Annapurna.

P. ¿Cómo planean la escalada?

R. Seremos seis en el equipo de Al Filo de lo Imposible: Asier Izagirre, Álex Chicón, Juanito Oiarzabal, Ferrán Latorre, Jorge Egotxeaga y yo. Tras equipar los tres campos, en la segunda semana de mayo pensaremos en hacer cumbre. Pero hay problemas con los maoístas en Nepal, y una expedición al Kanchenjunga se ha tenido que dar la vuelta.

P. ¿Cuál es su plan para completar los 14 ochomiles?

R. Si todo va bien, en otoño iré al Shisha Pangma. Y el Annapurna lo asaltaríamos en la primavera de 2010.

P. ¿Y los de sus rivales?

R. Gerlinde [Kaltenbrunner, Austria] va ahora al Lhotse, en otoño al K-2 y al Everest en 2010. Nives [Meori, Italia] iba al Kanchenjunga, pero es su expedición la que ha tenido problemas.

P. ¿Quién lo tiene peor?

R. Ufff. A Gerlinde le queda el K-2, que es brutal, pero el Everest y el Lhotse son asequibles. A Nives y a mí nos quedan el Kanchenjunga, que es gordo, y el Annapurna, muy peligroso. Será clave lo que pase esta primavera.

P. ¿Las considera rivales?

R. Para nada. Gerlinde es una muy buena amiga. Con Nives tengo menos relación.

P. ¿No ser la primera sería una decepción?

R. No. Me daría pena, pero los 14 me los quedaría para mí. Las personas no cambian por ser primeras o segundas.

P. ¿Cómo conjuga el espíritu libertario de la montaña con su afán de ser la primera?

R. Lo de ser la primera con 14 ochomiles es puro marketing. Para poder practicar y vivir de este deporte tan caro yo necesito vender a mis patrocinadores un proyecto que, más que un reto personal, tenga interés para el gran público, como los 14 ochomiles. También hay un componente de ambición personal, porque quien diga que en la montaña no hay competición... Por muy purista que uno sea, siempre se establece una competición consigo mismo.

P. Cuanto más se acerca la meta, mayor es la posibilidad de cometer errores.

R. Por eso no me puedo obcecar con lo de ser la primera. Siento que la presión es cada vez mayor a todos los niveles. A veces sientes que no vas a ser capaz de darte la vuelta con tanta gente pendiente de ti, pero no: por encima de hacer cumbre, cuando escalo lo que más deseo es volver a casa. No dudaré en darme la vuelta, sea el 12º o el 14º ochomil. El año pasado lo hice en el Shisha Pangma porque no lo veía claro.

P. Rondó la muerte en el K-2.

R. Sí, estuvo cerca. La bajada fue complicada.

P. ¿Qué sintió?

R. Sólo piensas en salir. Te brota una fuerza interior desconocida que te empuja hacia abajo, supongo que es el instinto de supervivencia. A lo de la muerte no le doy muchas vueltas. Me volvería loca si todo el día pensara que me voy al Kanchenjunga y que me puedo quedar allí. Cuando más pienso es el fin de semana previo a la salida. Entonces piensas: "Joder, igual es la última vez que estoy con mis padres". En los aeropuertos lo paso fatal. Me gustan las despedidas rápidas, agur y agur. Poco lloro.

P. ¿Está la muerte en el origen de su depresión?

R. No, más bien la decisión de qué hacer con tu vida. La profesionalidad en la montaña me pilló con treinta y pico años, y dudé si merecía la pena tanto sacrificio. Dudaba entre la montaña y mi trabajo como ingeniero. Mi vida es inestable, y aquel desequilibrio me derribó. Caí en un agujero del que sólo salí con tiempo, a base de creer en lo que hago. Soy muy débil por dentro. Por lo que hago en la montaña parece que tengo que ser fortísima, pero no.

P. ¿Qué queda de aquella chica que con 16 años escaló el Mont Blanc?

R. La ilusión. Este fin de semana me fui por ahí con la autocaravana, y en el súper de Tolosa, comprando la misma comida de entonces, me di cuenta de que mi ilusión es la misma.

P. Los puristas dicen que sus escaladas no tienen mérito, que no es usted innovadora, que más que subir a las cimas la suben sus compañeros de cordada.

R. No me afecta. Nunca vas a hacer las cosas al gusto de todos, ni lo pretendo. Yo no engaño a nadie. Cuando dije que iba a coronar los 14 ochomiles, nunca dije que abriría rutas nuevas. Yo asumo que mi nivel no da para innovaciones. Cuando una persona sale en los medios, es normal que surjan las críticas. De todos los hombres que han hollado los 14 ochomiles, sólo cuatro fueron innovadores. Pero, claro, eres una mujer, eres mediática...

P. ¿Impera la envidia en el mundo de la montaña?

R. Antes todo era más hippy. En los medios sólo aparecíamos cuando había accidentes, y nos quejábamos. Para vivir de esto, necesitas vender proyectos atractivos. Hay en este país alpinistas que hacen cosas mucho más extremas que yo y no los conoce nadie porque no son mediáticos, y cuando logras ser mediático te critican los puristas, pero si te mantienes purista no hay quien compre tus proyectos. Es de locos.

P. Tras completar los 14 ochomiles quiere coronar de nuevo el Everest, pero esta vez sin oxígeno. ¿Tiene algo que demostrar?

R. No. El Everest fue mi primera montaña y no me conocía tanto como ahora, ni sabía cómo funcionaba en los ochomiles. Todas las demás montañas las he subido sin oxígeno. Lo haría por mí.

P. Alpinista de éxito, ingeniero técnico industrial, restauradora de éxito en su agroturismo de Zizurkil, máster en Management... ¿Ha fracasado en algo en la vida?

R. Sí. El amor se me da fatal.

P. ¿Qué le gustaría ser o hacer que ni puede ser ni puede hacer?

R. Ser madre. La maternidad fue uno de los factores que me llevaron a la depresión. Cada cosa hay que hacerla en su momento, y éste es el momento de los ochomiles. Cuando los acabe, iremos a por la maternidad.

P. ¿Y si su hija le dice que se va al Himalaya?

R. Si le gusta esto, le ayudaré encantada.

Edurne Pasaban posa para la entrevista en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat del Vallés.
Edurne Pasaban posa para la entrevista en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat del Vallés.CARMEN SECANELLA

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