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Reportaje:

Maria Socorro no regresará a Brasil

La joven asesinada en Ourense será enterrada hoy en un nicho municipal

Llegó a Ourense siguiendo el rastro de un amor que resultó fatal y ya no saldrá de aquí. Se quedará para siempre en la tierra a la que vino a morir. Maria Socorro da Silva, la joven brasileña asesinada supuestamente por un prejubilado orensano, Ramón F. A., -que después arrojó su cadáver al río Avia- será enterrada hoy en el cementerio de Santa Mariña, en un nicho municipal.

Un mes y medio después de su muerte, su madre, destrozada, miraba ayer la capilla y el camposanto orensano en el que finalmente descansarán los restos de su hija, a casi 12.000 kilómetros de su casa. Una decisión judicial impide la incineración que deseaba la familia. "El juez no lo permite porque su asesino cambia todo el tiempo de versión", lloraba ayer la progenitora, Maria Silva de Oliveira, para explicar la eventualidad que contempla la juez de Ribadavia, que acaba de hacerse cargo del caso, de reclamar algún día la exhumación del cadáver en busca de nuevas pruebas.

La comunidad latina en Ourense recopila fondos para la hija de María
"Qué pena que ella encontrara cosas tan malas, qué pena tan mala suerte"

Ramón F.A. confesó el homicidio con al menos tres versiones diferentes. En una inicial aseguró que la había matado golpeándola con un objeto contundente en la cabeza; en su segunda declaración señaló que la había acuchillado hasta "matarla como a un conejo" y finalmente reconoció haberle disparado varios tiros. La escopeta apareció en el río, pero no se descartan más versiones.

Maltratada por el orensano que le había prometido amor y matrimonio a través de Internet y que acabó escondiéndole el pasaporte -y con ello las posibilidades de trabajo- María quedó abocada a ganarse la vida con la prostitución hasta encontrar una muerte a manos de un cliente. Tenía 26 años, una amiga y compatriota en Ourense y una niña de 8 años en Maranhão (Brasil) que ya sabe lo que ocurrió. "Se lo contaron en la calle", cuenta la abuela entre sollozos.

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Maria Silva llegó rota a Ourense el domingo. Un mes después de recibir el mazazo. Mes y medio después de que su hija se citara con su supuesto asesino y éste, según su última confesión, acabara con ella a tiros en la bodega de su casa de Cenlle y la arrojara a continuación al Avia, donde apareció el cuerpo y la escopeta de cañones recortados con la que, supuestamente, impuso su autoridad y su criterio.

Sólo su compañera de piso la echó de menos. Quince días después de desaparecer, el supuesto asesino amenazó con suicidarse y confesó. Maria se enteró a 12.000 kilómetros. Cuando viajó a Ourense, tenía la intención de incinerar los restos de su hija y llevarse sus cenizas a Brasil. "Tenerla conmigo aunque fuera ahora", dice. Pero no puede ser.

Ayer, aceptaba con resignación la decisión judicial, incapaz de articular en medio del dolor una palabra que no fuera de agradecimiento. "Estoy muy agradecida a esta gente maravillosa que me está apoyando tanto". "Mi hija encontró cosas horribles en Ourense, qué pena que no encontrara tanto apoyo como el que yo estoy recibiendo ahora, qué pena que lo pasara tan mal", se lamentaba con el consuelo de dos inmigrantes latinoamericanas, Lidia (natural de Santo Domingo) y Sandra (Brasil), que jamás conocieron a María, pero que en cuanto supieron de su muerte y de las dificultades económicas de los suyos encabezaron una cuestación popular para ayudar a la familia, convencidas de que podrían repatriar el cadáver, o las cenizas.

Una veintena de huchas con el lema Para repatriar a Maria Socorro recorrieron la semana pasada los bares de latinos, los locutorios, los clubes de alterne y las peluquerías dominicanas de la ciudad. Dos centenares de inmigrantes respondieron a la llamada. Dominicanos, brasileños, venezolanos, argentinos y la comunidad senegalesa se entregaron. Recaudaron 2.000 euros. "Ahora no podemos hacer nada", señalan Lidia y Sandra mientras consuelan a la madre y echan un vistazo a la capilla buscando entre los nichos del cementerio de Santa Mariña, en el que descansará la joven.

El dinero recaudado se destinará a la hija de Maria. Vicepresidencia se ha hecho cargo de los gastos del viaje de su madre y el Ayuntamiento de Ourense de los del entierro. Maria Silva también agradece este gesto. "Es la primera vez que estoy aquí y sólo me he encontrado cosas buenas, gente buena", y repite la letanía por su hija: "Qué pena que ella encontrara cosas tan malas, qué pena tan mala suerte".

La madre de Maria Socorro da Silva, Maria Leindalva Silva, ayer en Ourense.
La madre de Maria Socorro da Silva, Maria Leindalva Silva, ayer en Ourense.DIEGO LEMOS

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