La basura
La crisis económica, además de sus muy palpables calamidades, tiene un aspecto positivo: nos ha obligado a mirar con atención ciertos elementos de la cotidianidad que hace no más de un año eran prácticamente irrelevantes. En estos tiempos negros que corren cada quien, según sus posibilidades, debe pensar dos veces qué compra, qué come y a qué restaurante es sensato acudir y, sobre todo, qué tira a la basura, porque según los datos de la concejal Imma Mayol, desde que arreció la crisis, los barceloneses tiramos menos electrodomésticos, y también menos muebles a la basura. En 2008, cuando el monstruo no sólo había asomado la cabeza, sino que incluso ya nos lanzaba dentelladas a los corvejones, el desecho de objetos que el Consistorio de la ciudad denomina "voluminosos", donde están los muebles y los electrodomésticos, cayó el 5,5%, cifra que parece modesta si no se toma en cuenta que la tendencia natural es a desechar cada vez más objetos, más rápidamente. Hace tres años vi y acaricié, en la esquina de Muntaner y Rector Ubach, en el barrio de Sant Gervasi, un par de sillones, en perfecto estado de conservación que, a causa de un insensato ataque de pudor que ahora lamento, no recogí, los dejé ahí esperando a que los recogiera el camión de los trastos que enviaba los martes el Ayuntamiento; pero resulta que una semana más tarde vi esos mismos sillones, exhibidos para su venta, en un puesto de Los Encantes; alguien menos pudoroso que yo se había adelantado al camión de los trastos y se los había llevado. Hoy, muy poco tiempo después, no sería tan fácil experimentar esta situación; los sillones ya no amueblan con tanta frecuencia las esquinas. La basura es, entre otras cosas, un síntoma; los países ricos desechan muchos más objetos que los países pobres; en Cuba, por ejemplo, donde la economía lleva décadas deprimida, la gente no tira ni una chapa, ni un botón, y la necesidad, la carencia radical de recursos, ha obligado a los cubanos a implementar remedios geniales como, por poner un ejemplo que asocia la física con la escatología, un motor de autobús que funciona con los gases que produce un depósito de materia orgánica de primera mano, de desechos corporales salidos de la fuente original, que no es otra cosa que caca de persona común y corriente. Este autobús que se mueve por La Habana gracias a los gases de la caca triplicó su valía y su dignidad hace unos meses, cuando el príncipe Charles de Inglaterra anunció su intención de crear una flotilla de Rolls Royce ecológicos, para su uso personal, que se muevan con gases producidos por los quesos sobrantes, que al parecer suman varios kilos, de una de sus fincas campestres. Concediendo que la reducción del desecho de objetos voluminosos en Barcelona es efecto de la crisis, no hay que perder de vista que con frecuencia tiramos objetos que todavía sirven, muebles o electrodomésticos a los que les quedaba vida útil. Esta nueva conciencia sobre la utilidad, y la longevidad de los objetos es un elemento positivo de la crisis, que curiosamente nos ha sido revelado por un informe sobre la basura que ahora no tiramos. Sobre la basura que se tira últimamente en toda España existe un dato que es otro síntoma: desde que empezó la crisis se compra más jabón para lavavajillas, y esto se refleja en los desechos de cada casa; un dato inequívoco de que ahora pasamos más tiempo recluidos y que desata todo tipo de metáforas sobre la crisis, como ésa de la tribu pertrechada en sus dominios esperando a que pase el temporal. Entre la información que la concejal de ICV, con sentido escenográfico, desgranó en una planta de tratamiento de residuos, hay un dato que plantea un escenario de la crisis que toca, desde un punto de vista visual, la ficción futurista, la debacle posindustrial en los tiempos de Mad Max; Mayol dijo que la recogida de piezas metálicas en la basura sumó menos toneladas en 2008 que en los años anteriores; esto se debe, dijo, a que los metales han aumentado de precio y esto ha originado que una legión de rastreadores urbanos haya salido a la calle a recolectar, para después vender, cualquier objeto metálico que halle en la basura. "De vez en cuando, y a lo lejos, hay que darse un baño de tumba", escribió Pablo Neruda en alguno de sus poemas, toda una invitación a no perder de vista el futuro, lo que puede venir y lo mal que puede irnos si nos coge desprevenidos. Dentro de unos meses, cuando esos mismos que han provocado la crisis la den por terminada, no deberíamos olvidar estas cosas que, de manera obligatoria, hemos tenido que aprender; de otra forma no sólo habremos perdido dinero, calidad de vida y un alto porcentaje de dignidad, también habremos perdido el tiempo.
La crisis reduce incluso el desecho de objetos voluminosos en Barcelona
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