Aritmética y geometría

Sólo la ausencia de sus escaños de algunos diputados del PP evitó esta semana la primera derrota parlamentaria de los socialistas, que además tuvieron que aplicar el principio "si no puedes vencerles, súmate a ellos" y apoyar mociones con las que no estaban en principio de acuerdo para evitar perder otras votaciones. Se ha hecho visible así la soledad parlamentaria del Gobierno, tras el distanciamiento del PNV y del BNG posterior al 1-M.

En otoño, el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, se mostraba orgulloso de la "tajada" sacada al Gobierno a cambio de su apoyo decisivo a los Presupuestos de 2009. Ya entonces se vio que el Gobierno tenía que ofrecer fuertes contrapartidas para reclutar aliados, pero todavía parecía aplicable el criterio de Zapatero tras las elecciones del 9-M: no repetir los pactos estables de la anterior legislatura y buscar acuerdos de geometría variable en cada caso. Fue una opción política motivada por el coste que para él habían supuesto esos pactos, en particular el preferente con ERC. Pero la aritmética electoral ha reducido los límites de esa geometría.

Por una parte, el aliado más obvio, CiU (10 diputados, tres más de los que necesita el PSOE) condiciona su respaldo a una mejora sustancial de la financiación autonómica. Pero, sean o no definitivas, las cifras ahora difundidas indican que sigue habiendo una gran distancia entre lo que Solbes ofrece y lo que reclaman los catalanistas. La incertidumbre respecto a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut no favorece el entendimiento. Y tampoco la proximidad de las elecciones europeas, en junio, y catalanas, en 2010.

La otra posibilidad sería la de un giro a la izquierda que permitiera sumar los siete escaños de IU (con IC-V), ERC y el BNG. Puigcercós ha sido sondeado para un posible acuerdo estable, pero al igual que IC-V considera que ese giro debe incluir un acuerdo sobre la financiación autonómica, lo que remite a las mismas dificultades que plantea CiU. Y ha emplazado a Zapatero a elegir "entre el PP y el Estatut".

De todas formas, los contenidos de aquello que se ponga a votación influirán seguramente en la actitud de los grupos. No cabe imaginar, por ejemplo, que, en plena ofensiva episcopal, esos partidos de la izquierda voten en contra de la reforma de la ley del aborto; o que el PNV y CiU se nieguen a respaldar iniciativas relacionadas con el fomento del empleo o la cobertura del paro. No porque ansíen ayudar a Zapatero, sino porque sus propios electorados no les perdonarían que dejaran de hacerlo por intereses de partido. ¿Y el PP? Ya se ha olvidado, pero hace apenas un año Rajoy ofrecía a Zapatero apoyo electoral si lo necesitaba para no ceder frente a las exigencias de los aliados nacionalistas.

Es la hora de la política. De plantear iniciativas, y ser capaces de defenderlas ante la opinión pública con razones que sean difícilmente rebatibles desde el interés general. Pero esto implica reforzar la credibilidad y capacidad argumental de un Gobierno con síntomas de agotamiento.