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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Schuyler Chapin, patriarca de las artes

Ocupó los principales puestos de la cultura oficial de Nueva York

Cuando Schuyler Chapin murió en su casa de Manhattan el pasado 7 de marzo, el diario de cabecera de su ciudad natal le despidió con los honores de un patricio: "Schuyler Chapin, patriarca de las artes de Nueva York, muere a los 86 años de edad", decía The New York Times. Está fuera del alcance de cualquier mortal el ser un "campeón de las artes neoyorquinas", como también decía el Times. Pero Chapin ocupó los grandes puestos de la cultura oficial de la ciudad: vicepresidente del Lincoln Center, director de la Metropolitan Opera, decano de la Escuela de Artes de la Universidad de Columbia y comisionado para las artes del gobierno local de Nueva York.

"No hay nada simple en el mundo de las artes. La política está en su peor momento cuando interfiere en el mundo artístico o académico", dijo en una entrevista al Times en 1995. Él mismo tendría una oportunidad para comprobar el alcance de sus palabras. Hace 10 años, cuando trabajaba para su amigo el alcalde Rudolph Giuliani, el Museo de Arte de Brooklyn colgó un retrato de una virgen María negra con su pecho decorado con excrementos de elefante, elaborado por el británico Chris Ofili. El alcalde la consideró "ofensiva" y "anticatólica" y decidió rescindir indefinidamente la financiación del museo, estimada en 5,4 millones de euros.

En la batalla entre el museo y el Ayuntamiento, Chapin ejerció de mediador. El 9 de octubre de 1999 emitió un comunicado en el que exigía a Giuliani que diera marcha atrás. "Creo que muchas de las pinturas son de mal gusto y que posiblemente la muestra denota una falta de buen raciocinio. Sin embargo, pido al alcalde que restablezca la financiación", dijo. Giuliani le hizo caso y la razón artística prevaleció.

No tenía estudios. Ni siquiera acabó la educación secundaria. Pero Chapin llegó a ser, en 1959, vicepresidente de la división de música clásica y teatro de Columbia Records, donde trabajó con mitos vivientes como los directores de orquesta Leonard Bernstein y Bruno Walter, el compositor Ígor Stravinski o el pianista Glenn Gould.

En los setenta fue contratado por la Metropolitan Opera. Eligió a James Levine y Rafael Kubelik para que se ocuparan de la dirección artística y organizó el debut de la soprano Beverly Sills en aquel escenario en 1975, con la ópera de Gioacchino Rossini Le siège de Corinthe, que el público recompensó con una ovación de 18 minutos. En 1975 dejó el puesto para trabajar en la Universidad de Columbia y luego en el gobierno local neoyorquino.

En su infancia quiso ser compositor y tomó algunas clases con la legendaria Nadia Boulanger, que, según él mismo recordaba, le aconsejó dejar la música y dedicarse a ser un empresario. El consejo dio buenos resultados. "Nunca he conocido a nadie que trabaje en el mundo del arte y no lo haga por pasión", dijo al Times.

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