Ley de Asilo
Me preocupa el hecho de que el incuestionable derecho al asilo se esté poniendo demasiadas veces en duda a un nivel coloquial y ciudadano. Creo que el motivo es la confusión y la polémica abierta con el tema de la inmigración. Quien busca y pide asilo no es un inmigrante ni es un delincuente, ante todo es una presunta víctima: un perseguido, un hostigado, un acosado, un desvalido, un amenazado, un rechazado... Pero lo peor es que a nivel legislativo sucediera que el fenómeno de la inmigración también pudiera influir en la nueva Ley de Asilo que está elaborando el Gobierno en cuanto a recortes de garantías y derechos hasta ahora reconocidos.
Sirva esta carta para recordar a los señores legisladores los centenares de miles de españoles que tuvieron que exiliarse y encontraron una acogida solidaria en otros países.
Si Gobiernos indignos arrebatan a sus ciudadanos la dignidad no garantizando los más básicos derechos humanos, me gustaría estar tranquilo sabiendo que en mi país habrá siempre protección y amparo para estas desafortunadas víctimas.- Rafael Mira Verdú. Sevilla.
La universalidad de la Declaración de Derechos Humanos no puede quedarse en un rimbombante adorno en el título. Universal significa que esos derechos no pueden restringirse ni en el tiempo ni en el espacio. Por ello, ante la llegada en los próximos meses de las reformas de la Ley de Asilo y la Ley de Extranjería no podemos olvidar que una persona es siempre una persona. Esté donde esté.
Esta afirmación puede parecer evidente, pero implica algo que a veces no parece estar tan claro, y es el hecho de que debe tener garantizados sus derechos fundamentales con independencia del país en el que habite o de la situación económica reinante en el momento.
Esperemos que las mencionadas reformas no olviden que ese adjetivo, universal, es inherente a la declaración de derechos humanos y que esa otra palabra que ahora tanto escuchamos, crisis, no puede arrojar sombra sobre ella.- Maximiano Tornero López. Sevilla
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