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Por la convivencia

Hoy celebramos el día internacional contra la xenofobia. Y lo hacemos cuando ese fantasma parecería que quiere volver a Europa. Una prueba de ello fueron las protestas que hace dos meses protagonizaron algunos trabajadores británicos. Estas personas, afectadas por la crisis económica, desempolvaron los viejos prejuicios y los burdos argumentos que esgrimen los xenófobos. A esa lacra se une el error de cierto proteccionismo, que pugna por volver a la esfera de la economía internacional como remedio a una crisis cuyas raíces se hunden en estratos más profundos que la simple economía.

Un reciente estudio de la Consejería de Inmigración y Ciudadanía ha podido comprobar cómo los ciudadanos valencianos mantienen un elevado nivel de convivencia y, al mismo tiempo, son conscientes de los problemas que puede entrañar la nueva realidad económica. Podemos, por tanto, concluir que la sociedad valenciana en su inmensa mayoría valora la convivencia como un valor primordial para una sociedad, y está dispuesta a defenderla frente a quienes traten de imponer rupturas violentas o ideológicas.

"Los inmigrantes tienen el mismo derecho al trabajo y a la residencia que los españoles"

Así, consideran que xenofobia debe ser combatida. En esta fecha y en todos los días del año. Las políticas preventivas de sensibilización son básicas en este campo. Es necesario ser inflexible y atajar cualquier brote que pueda conducir a un mal irresoluble posterior. Hoy conocemos sus consecuencias. Hemos aprendido de los errores. Por ello estamos más preparados. Debemos, además, ser optimistas porque ahora podemos luchar mejor contra esa actitud inmoral y delictiva. Y ello porque está en marcha un nuevo modo de habitar el mundo.

La historia de la Humanidad se encamina a esa nueva frontera en la que todos estamos concernidos. La de una forma de vivir más lúcida, democrática y ecologista. Menos consumista, más intercultural y mestiza. Y no está de más recordar que las previsiones indican que en Estados Unidos la composición poblacional tendrá mayoría de negros, hispanos y personas de origen asiático hacia la mitad de este siglo XXI.

Todos los ciudadanos que viven en España son iguales en la práctica totalidad de los derechos, salvo en algunos de índole política, vinculados a la nacionalidad. Esa realidad igualitaria debe ser resaltada siempre, y en todo lugar. Por los responsables públicos, los agentes sociales y los medios de comunicación; por los educadores pero también por todos los ciudadanos, cada uno en su ámbito. La lucha contra la xenofobia nos compromete a todos, particularmente ahora, cuando la durísima recesión económica acelera el riesgo de fractura social. Y más en un país como el nuestro, donde el paro duplica la media europea y donde el Gobierno acredita día tras día una incompetencia absoluta para generar la mínima, imprescindible confianza.

Nadie ha de discutir esa igualdad, que enlaza directamente con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo 60 Aniversario acabamos de celebrar en Valencia. Del mismo modo que la sociedad española no pone en duda que todos los ciudadanos de España somos iguales, también lo son los inmigrantes respecto de la población autóctona. Ellos tienen el mismo derecho al trabajo y a la residencia que los ciudadanos españoles. El mismo derecho porque los inmigrantes también contribuyen a la riqueza de nuestro país, a su avance en todos los ámbitos. Atesoran cuantos derechos corresponden a los deberes a los que están obligados por convivir en esta sociedad. Trabajo, residencia, sanidad, seguridad... pero también respeto, participación, impuestos y convivencia.

Sobre la inalienable regla de los derechos y los deberes, la Consejería de Inmigración y Ciudadanía está elaborando un plan de sensibilización contra la lacra del racismo y la xenofobia. Un plan dinámico, participativo y preventivo para continuar manteniendo los elevados índices de convivencia que hasta ahora hemos mantenido. Un plan, además, que nos concierne a todos. A todos los valencianos, los que nacieron aquí y quienes lo hicieron en otro lugar, sin distinciones.

Los inmigrantes han venido para quedarse, y nosotros les hemos acogido con dignidad, respeto y armonía. Baste recordar que en apenas ocho años se han instalado en nuestra Comunitat más de 700.000 ciudadanos extranjeros. Pues bien, como un elemento más en el seno de ese proceso de integración, ahora la sociedad valenciana tiene que comprometerse en erradicar cualquier conato de xenofobia por sutil que éste sea.

Para ello la Administración autonómica se ha puesto a trabajar intensamente, y ya están en marcha diversas iniciativas que ayudarán a favorecer el mejor clima social y la mayor complicidad entre todos los ciudadanos. De ahí la importancia de iniciativas tales como la creación del Observatorio contra el Racismo y la Xenofobia, así como reforzar el programa Solidaridad en las escuelas, incrementar las ayudas gestionadas por las ONG y alcanzar acuerdos con las organizaciones sindicales para que los delegados ejerzan como mediadores interculturales en los centros de trabajo.

La xenofobia es un infame prejuicio; una emanación del miedo y la incultura. Pero entre todos lograremos que ese mal no afecte a la convivencia entre ciudadanos españoles e inmigrantes. Porque juntos estamos llamados a crear la nueva sociedad valenciana. Solidaria, justa, amistosa y creativa.

Rafael Blasco es consejero de Inmigración y Ciudadanía.

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