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"Almussafes ya tiene peso en Ford"

Pino y Naranjo reconstruyen el proceso del acuerdo de 2007 y su desbloqueo

Miquel Alberola

El proceso que ha llevado a la asignación del C-Max y el motor de gran cilindrada por parte de Ford a la factoría de Almussafes se inició hace varios años. Y tiene dos protagonistas que han participado en todas las negociaciones con la dirección de la compañía en Europa: Gonzalo Pino, 23 años al frente de la sección sindical de UGT en Ford, y Juan Luis Naranjo, responsable de Acción Sindical del mismo sindicato desde hace 18 años.

Uno de los problemas de la planta, según Pino, era que no estaba presente en los foros de debate de la compañía para incidir en las grandes decisiones. "Quienes podían hacerlo no lo hicieron", refiere. UGT se planteó dar a conocer las condiciones en las que se estaba trabajando a la dirección de Europa para conseguir inversiones y, en consecuencia, productos. "Aquí no había nada que hacer y nos fuimos allí", explica Pino. De acuerdo con los estudios realizados por el sindicato, existía un gran desfase entre Almussafes y el resto de plantas.

"La supresión del tercer turno no es una contrapartida, se debe al mercado"

"En ese momento podíamos perderlo todo: terminaba la vida del Fiesta, la del Ka, el Mazda y el Focus tenían que renovar...", enumera Pino, quien recuerda la oposición de los sindicatos europeos a que accedieran a esa esfera. Las exposiciones del sindicato ante la dirección europea "demostraron unas capacidades que no conocía el presidente de la compañía". "No sabía tampoco del abandono de la factoría, con partes que se venían abajo. Nos estábamos quedando anticuados y no podíamos cumplir ni el nivel de productividad que exigía Ford", expone.

La participación de la dirección de Ford Almussafes, afirma Pino, fue "testimonial" en las negociaciones: "La compañía los puso en la mesa, pero no participaban". Un grupo de ingeniería de la compañía, junto al vicepresidente de Europa, visitó la planta y se puso a trabajar con el sindicato. La dirección de la planta no se incorporó hasta el final.

Este trabajo, tras muchas horas de vuelo y muchas verificaciones por parte de la compañía, culminó en 2007 con un acuerdo firmado por el presidente de Ford Europa, John Fleming, y el propio Pino, que suponía una inversión de 425 millones y garantizaba el mantenimiento del empleo a los 7.500 trabajadores de la planta, así como una producción mínima anual de 350.000 unidades durante cinco años.

El deterioro de la economía mundial estropeó ese escenario y la dirección europea congeló el acuerdo durante un año, hasta definir una estrategia, que se desveló el pasado lunes: plataformas que hagan un solo producto para venderlo en el mundo. "Es un planteamiento puramente económico", explica Naranjo. "Si preparas varias plantas para hacer lo mismo tienes que hacer varias veces la inversión", razona.

UGT temió en ese lapso por el acuerdo. Además, llegó el bloqueo del convenio por parte de Ford Almussafes. El sindicato puso en marchas medidas suaves para presionar. "Esas medidas son las que han provocado la reciente reunión con Fleming [el jueves 12]. Nos explicó que no había ningún problema, sino sólo un cambio debido a algo externo", revela Pino. "El acuerdo se va a cumplir en todas sus partes excepto en la que tiene que ver con el producto cuando se manda al mercado", subraya.

El C-Max es un coche exclusivo para Valencia que se va a exportar a los Estados Unidos. "Es un mercado muy fuerte y un producto prototipo en el mercado americano, por tanto, se abren unas expectativas tremendas", amplía el secretario general. Pino incide en que Almussafes será la única planta en el mundo que hará dos productos: el C-Max y el Fiesta, y, además, no descarta que pueda seguir fabricando una variante del Focus, ya que tiene la instalación hecha. "Ser flexible es la garantía de futuro: somos la única planta que, sin inversiones, puede aceptar todos los productos que tiene Ford en el mercado. Hoy tenemos un peso específico en la compañía", remarca.

Pino considera dolorosa la supresión del tercer turno, pero rechaza que sea una contrapartida. "La consecuencia de pasar de tres a dos turnos la marca el mercado, no tiene nada que ver con el acuerdo", puntualiza, ya que a caída de ventas está alterando todas las plantas. "Queremos que el tercer turno se vuelva a poner en marcha cuando las exigencias del mercado lo requieran", postula. Pino apela al acuerdo, cuya filosofía es mantener el empleo. Fleming, señala, ha puesto en manos del sindicato la búsqueda de soluciones, y Pino apunta varias soluciones porque cree que manteniendo el número de trabajadores podrán optar a aumentar en un momento dado la producción.

Entre ellas, reubicar trabajadores hacia el C-Max, que tiene mayor carga de trabajo (dos hora más) debido a su complejidad, frenar la política de subcontratación y, para el resto, un expediente de regulación temporal. Pino también considera muy importante el plan de jubilaciones, ya que en los próximos cinco años se producirán 1.500 jubilaciones en la planta. El impacto de la supresión del tercer turno puede afectar entre 6.000 y 7.000 trabajadores (unas 2.500 en el polígono Juan Carlos I) en las industrias de la Comunidad Valenciana. Pino llama a utilizar todas las fórmulas al alcance para que ese empleo no se pierda y se pueda recuperar en el momento en que la economía repunte.

Cambio de mentalidad

La planta de Almussafes vive una situación compleja. Mientras tiene un expediente de regulación de empleo temporal en aplicación y otro anunciado para la planta de motores (que afectará a 455 trabajadores durante 75 días) la empresa ofrece dos jornadas de trabajo con horas extra para satisfacer la demanda del nuevo Fiesta en Alemania. El secretario general de UGT en Almussafes, sindicato que posee el 80,63% de la afiliación en la planta, considera que ésa es la situación a la que hay que acostumbrarse.

Según augura, el sector se va a mover en demandas de pico de sierra y ese va a ser el funcionamiento del mercado, también en el resto de la industria hasta que se recupere la confianza y se reactive el mercado. "Tiene que haber un cambio de mentalidad en los sindicatos, en la empresa y en los trabajadores", defiende, ya que "no aceptar eso es renunciar a que la empresa tenga liquidez para mantener la producción". Según explica, Alemania está vendiendo un 24% más de lo que se vendía el año pasado porque el Gobierno da 2.500 euros por la compra de un vehículo. "Este pico de demanda puede durar dos meses más y hay que hacerlo ahora para mantenerlo", anota.

Ante el rechazo a trabajar el sábado del resto de sindicatos y la posibilidad de que la empresa desvíe a otra planta esa producción, Pino llama a CC OO a hacer una reflexión sobre "una situación de la que no se sale con la confrontación". "El mundo ha cambiado y toca que los sindicatos, sin perder, asumamos una realidad para que en el futuro podamos hacer más cosas".

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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