Desastres con premio
El novísimo testamento de Barack Obama, uno de cuyos mandamientos más vistosos es la limitación salarial de los directivos de empresas intervenidas o apoyadas públicamente, ha empezado a resquebrajarse en un suspiro. Así son los hechos de la ruptura: la aseguradora American International Group (AIG) ha recibido nada menos que 138.000 millones de euros de dinero público y el Estado posee el 80% de las acciones; AIG va a repartir entre los ejecutivos el modesto sobresueldo de 128 millones de euros; los agraciados son esos directivos que con su brillante gestión y actitudes "inconcebibles" -el calificativo pertenece a Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal- provocaron la ruina de AIG; hay que pagar porque, dice Timothy Geithner, secretario del Tesoro, esas primas estaban aseguradas por contrato antes de firmar las subvenciones.
Cualquiera puede entender que el peso de la ley favorece en esta ocasión -y no es la única- a directivos incompetentes, capaces de hundir al mayor grupo de seguros del mundo. Pero ¿no deberían ser despedidos? ¿No tendrían que figurar sus nombres en un registro de directivos insolventes? Los sobresueldos de AIG amenazan con quebrar algo más valioso que el pacto político de Obama; cuestionan el sano equilibrio psicológico, descrito por Keynes, que tolera entre los ciudadanos de las democracias la perpetuación de las recompensas desiguales. Con contrato o sin él, los ejecutivos de AIG no se ganaron sus bonus; por el contrario, su gestión merece el despido inmediato, con cajas destempladas y los empleados en formación dándoles la espalda.
Tales paradojas empiezan a provocar rabia entre los estadounidenses; las entienden como un ultraje. Recuérdese el curioso caso de los ejecutivos de Merrill Lynch, que hicieron perder al banco 27.600 millones de dólares en 2008, a pesar de lo cual 11 de ellos recibieron una prima de 10 millones de dólares cada uno. ¿En qué dependencia de AIG han perdido el contrato sagrado de Wall Street con el capitalismo, según el cual el mérito ha de ser retribuido y penalizado el fracaso?
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