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Reportaje:

El poeta social de la inmensa mayoría

Mañana, junto con EL PAÍS, la antología de Blas de Otero

Benjamín Prado asegura en el prólogo de la antología poética que mañana publica EL PAÍS que la obra de Blas de Otero, el literato que pasó del yo al nosotros, tiene una clara dimensión política, como la de muchos otros autores contemporáneos del poeta vasco (1916-1979) pero, apostilla, muy pocos llegaron a su nivel. Y con él coinciden grandes como Ángel González, Dámaso Alonso o Vicente Aleixandre, entre otros.

En la obra del poeta se distinguen claramente dos etapas, una primera, profundamente religiosa, y la segunda, existencial y social, y para todos.

A su primera poesía (1942) corresponde Cántico espiritual, dedicado a San Juan de la Cruz. Años más tarde publicaría Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia (1951), libros que bajo el título de Ancia, palabra formada por la primera sílaba del primero y la última del segundo (1950), son un grito de alerta en medio de la desolación de ambas posguerras. Dámaso Alonso dice de él: "Otero es quien con más lucidez que nadie ha expresado los datos esenciales del desarraigo. De ahí es donde brota todo este canto frenético y a jirones. Poesía del hombre frente a la muerte y el vacío, pero también poesía del amor y de la esperanza". Hay poemas religiosos, pero dirigidos a un Dios a la vez deseado e incomprensible al que lanza súplicas sin obtener respuesta.

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Otero expresa su vacío interior ante la desolación del mundo y esa falta de contestación. En esta angustia su poesía se hace social y cambia de registro para encontrar la respuesta en la palabra. Y lo hace con Pido la paz y la palabra (1955) y En castellano (1960), donde escribe para la "inmensa mayoría" y donde la lucha social, real y concreta, es la respuesta. Blas de Otero, al creer en los hombres, recobrará la esperanza y decidirá escribir definitivamente para el hombre, conectando así con la poesía social. Le seguiría Que trata de España (1964). Expresa su anhelo de paz, su ansia de libertad y la esperanza de un futuro distinto para el mundo, pero particularmente para España, utilizando un lenguaje sencillo, que sin dejar de ser poético llegue a cuantos más, mejor. Luchador antifranquista, su obra fue censurada, tuvo que publicar fuera de España durante años. En Cuba escribió Historias fingidas y verdaderas (1970). Murió en Madrid, en 1979.

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