La vida es dura
La vida es bella, ya verás, como a pesar de los pesares... Ése es el verso de José Agustín Goytisolo al que le puso música Paco Ibáñez. Son duros los pesares. Es la adivinación del futuro escrita por un padre cuando aún la ilusión no ha conocido inviernos. Pero los hay, y muy duros; en la vida común son sordos, invaden la casa, la rompen. Este programa, 21 días, que en Cuatro conoció anoche una edición nueva, con la anorexia como asunto, va al centro de uno de los trastornos paradójicos y terribles que padece hoy tanta gente. Escalofriante testimonio.
En primer lugar, está el físico, y en el otro sitio está el terrible espejo al que se teme. Samanta Villar, la periodista que se somete al experimento de dar vida a estos problemas (la indigencia, la anorexia), tiene, como ella dice, la seguridad de que después del drama al que la lleva su aventura tendrá sobre la mesa dos huevos fritos, y acaso olvide la sustancia de la tragedia que ha subrayado.
Se le dice que esa aventura daña el sentimiento que debe estar detrás del periodismo, la compasión por la realidad. 21 días sin comer expone de una manera posible ese tema que ataca al corazón de las casas como pocos pueden hacerlo. Con un aplomo que supongo que le costará mucho mientras lo hace, Samanta Villar toma el riesgo, alertada por especialistas que le van señalando las flechas rojas de su estado. El resultado es un documental que pone los pelos de punta.
El anterior fue 21 días entre cartones, e imagino que la serie seguirá por los veintiún días de otros dramas. Ahora anuncia Samanta que la próxima vez se someterá al cannabis, y será fumadora de porros durante veintiún días. En este caso, los especialistas han estado atentos a la salud del cuerpo de la periodista que se presta a estos experimentos, y ella ha adelgazado, en los veintiún días, seis o siete kilos, que es una cantidad notable para ese tiempo; el drama acaba para ella, es incesante para otros.
¿Valió la pena? Si una sola persona que está al borde de un problema así sintió lo mismo que nosotros al verlo, y le fue útil para borrar ese trastorno misterioso que hace más caso al espejo que a la vida, el esfuerzo extraño de someterse a esta cura habrá servido de mucho. Y de mucho dolor.
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