Más de un cambio
Se acabó. Las tonadas electorales y los aplausos de los mítines han dejado paso al silencio y al vértigo. A la campaña más hipotensa que se recuerda en unas autonómicas le sucede la vigilia con mayor tensión e incertidumbre. Ayer se agotaron las últimas salvas para animar a la clientela propia y las últimas admoniciones para atajar la tentación de que se deslice al campo del adversario, pero nadie se salió del tono agradecidamente mesurado que ha prevalecido en estas semanas.
Que las elecciones en las que puede verificarse un hecho político no experimentado en treinta años hayan discurrido con tanta normalidad hasta hoy constituye una noticia de primer orden. Ni siquiera otro hecho de enorme relevancia, la confirmada ausencia de la izquierda abertzale del Parlamento, ha alterado su pulso calmo. La confluencia de una serie de circunstancias digna de análisis -agotamiento de unos discursos inflados de ideología, hastío de la crispación, la realidad de una crisis con mayúsculas- ha almohadillado en esta Euskadi tan baqueteada por el dolor y el miedo la expectativa de un tránsito por definición conflictivo. Y esta novedad trascendente anticipa otros cambios de fondo, que ya se están produciendo independientemente de la magnitud del que decidan las urnas.
Puede haber cambio de lehendakari y de gobierno, o sólo de gobierno. Es posible, también, que el defensor del título logre el mayor número de escaños y no tenga los suficientes para garantizarse la permanencia en el poder. Pero, por encima de las hipótesis, puede asegurarse que a partir del domingo van a cambiar muchas cosas en las instituciones y en los partidos vascos. Porque ese cambio ya se ha producido de forma anticipada en el seno de la sociedad, por lo que incluso lo que continúe operará de forma diferente a como lo hemos conocido.
Durante quince días esta columna ha mantenido un título impropio. Hoy es cuando puede anunciarse que ya no va más. Todas las fichas están ya sobre el tapete, todas las palabras han sido ya dichas. Ahora son los ciudadanos quienes deben hablar y decidir.
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