"Con Internet, Pasteur no habría podido trabajar"
No todos los días los mortales gozamos del privilegio de comer con un comandante del Imperio Británico, o CBE. ¿Debo llamarle sir? La risotada suena franca y jovial antes de que el ingeniero Lyn Evans responda, con un acento galés de aúpa: "No soy un sir. Los CBE somos justo el grado anterior". Con o sin títulos, este hombre que se sumerge en el plato de humeantes canelones de espinacas en la ruidosa cafetería del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) es alguien a quien muchos calificarían de "genio".
Lyn Evans es el director del Gran Acelerador de Hadrones (LHC) del CERN. Aparte de su papel clave en el diseño, es desde 1994 el responsable de este macroproyecto de 3.000 millones de euros. Fue elegido hombre del año por la prestigiosa revista científica Nature. "Un reconocimiento que me honra".
El jefe del acelerador de partículas sabe que no hay que hacer caso a los críticos
No está nada mal para un hombre nacido en 1945 en el humilde pueblo minero galés de Aberdare. Su padre murió cuando él tenía 11 años, y Evans fue criado por su madre, empleada en la cantina escolar. "Fue entonces cuando nació mi interés por la ciencia", explica. Seguirían estudios de física en la Universidad de Gales en Swansea y un matrimonio en 1967, que aún dura y que le ha dado dos hijos. Pero su "niño", dice, es el acelerador de hadrones, que estos días vuelve a ser noticia. Las reparaciones avanzan y "la bestia" retomará su actividad este verano tras el accidente que detuvo su inicial funcionamiento. "Hemos desarrollado las herramientas para que no puedan volver a ocurrir fallos y evitar accidentes futuros", asegura. "El problema con los imanes era imposible de detectar, pero ahora que la máquina está abierta podemos entender qué ha fallado".
Mientras hace barquitos con el pan en la salsa, Evans se inflama con un tema que considera de extrema gravedad. "Me preocupa ver en Europa y EE UU una tendencia en los jóvenes a apartarse de la ciencia. Incluso los que están dotados prefieren otras profesiones. Deben hacerse grandes esfuerzos para atraerlos a la ciencia y mostrar lo excitante que ésta puede ser". Los jóvenes se decantan por la banca o los servicios financieros. Demasiados discípulos de Madoff y pocas madames Curie. "Espero que la gran repercusión mediática que tiene el LHC nos ayude a atraer jóvenes a la ciencia y que seamos fuente de inspiración".
Ha habido gente crítica con los experimentos del CERN. "Si hiciéramos caso al miedo que provoca todo lo nuevo, ¡seguiríamos en la edad de piedra!", ríe. "El problema es Internet, que amplifica opiniones sin fundamento. Piense lo que hubiera pasado si Internet hubiera existido en tiempos de la primera vacuna. Pasteur no habría podido trabajar porque sus investigaciones eran, de hecho, muy peligrosas. Imagine: ¡inocular virus a seres humanos!". Lyn Evans descarta las críticas diciendo: "No hay un solo científico serio y con credibilidad que tenga problemas con nuestro trabajo aquí".
El prestigioso científico tiene cerca la edad de la jubilación. "Supongo que soy capaz de retirarme, pero no lo tengo del todo claro", comenta con gesto burlón. "Mi interés por la ciencia se mantendrá siempre y, en la medida de mis posibilidades, querré echar una mano", dice antes de concluir con un guiño: "Pero mi verdadero interés será mejorar mi handicap. Me encanta jugar al golf".
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