La extraña pareja
Uno de los espectáculos secundarios de la campaña más sugerentes lo constituye el juego de discordancias que despliegan el PSE de Patxi López y el PP de Antonio Basagoiti. Las dos formaciones se pelean por una porción del electorado vasco que históricamente fluctúa a favor del partido que Gobierna en España -los populares, con un punto de ferocidad- y, además, extrapolan la animadversión que conservadores y socialistas se profesan en el ámbito estatal. Sin embargo, la posibilidad de que se verifique el cambio que desea encabezar el candidato del PSE requiere sin excusa la aportación de los populares al guarismo mágico de los 38 parlamentarios de la mayoría absoluta. Incluso como argumento disuasorio. Dicho con otras palabras, cabe como hipótesis remota la alternancia rebajada que supondría un gobierno PSE-PNV, pero ésta sería imposible si no se vislumbra como posibilidad cierta la investidura de López con el respaldo de los populares.
PSE y PP son rivales ideológicos y la aversión que se manifestaron María San Gil y Patxi López sólo ha evolucionado hacia una profunda desconfianza con Antonio Basagoiti. Compiten, además, en un caladero de votos contiguo. Y, sin embargo, se necesitan asimétricamente. La consecución del cambio pretendido requiere que López capitalice el mayor volumen de voto no nacionalista, pero, al mismo tiempo, que no se produzca un hundimiento tal del PP que impida sumar 38 escaños. Y de forma paralela, el deseo de Basagoiti de que no se le caiga el suelo electoral que le dejó San Gil opera contra el PSE. Es a los socialistas a los que dedica las mayores dentelladas, mientras éstos hacen caso omiso porque están en otra tesitura.
López y Basagoiti no son socios, como trata de presentarlos interesadamente el PNV, pero hay que admitir que forman una extraña pareja política. Su posible confluencia en un objetivo compartido se producirá, si llega a plasmarse, tras haber buscado cada uno su propio beneficio peleando entre ellos. Sería un caso de simbiosis discordante digna de estudio.
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