Kosovo
José Ignacio Torreblanca (EL PAÍS, 16-2-09), en cuanto "cosmopolita" confeso, es en el orden de los principios reticente frente a declaraciones unilaterales de independencia territorial, como "fracaso de convivencia" y "peligroso antecedente".
Pero, tratándose de Kosovo, decide cual Groucho cambiar de principios y, consecuentemente, cree que España debe reconocer la sedicente República de Kosovo proclamada por su Asamblea local hace un año. Con ello seguiríamos la iniciativa de George W. Bush respaldada por 53 Estados, entre ellos 22 de la UE. Olvida la gran mayoría de los 138 que, entre los con asiento en la ONU, no están por la labor, simplemente porque respetan el Derecho Internacional.
Y cansa decirlo, pero la vigente Resolución 1244 del Consejo de Seguridad es clara: "(...) solución definitiva de una autonomía y autogobierno sustanciales de Kosovo (...)" a partir de "los principios de soberanía e integridad territorial de la República Federativa de Yugoslavia" (ésta hoy simplemente Serbia, tras la secesión pactada -repito, pactada- de Montenegro).
Resolución 1244 avalada para un ámbito europeo por las previas Declaraciones de Helsinki y del Consejo UE de 16-12-1991, garantes de la inviolabilidad de fronteras salvo mutuo acuerdo.
Que nuestro país, con los más, se atenga al under law y sea políticamente prudente no parece mal para un tema hoy sujeto al Tribunal de La Haya, y dado que una actitud de reserva por la comunidad internacional servirá de acicate para que los autoproclamados independientes busquen compromisos. Entre ellos, garantías para los serbios de Mitrovica, problema gravísimo como todos los enclaves que, cual muñecas rusas, quedan dentro del liberado.
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