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FUERA DE CASA | OPINIÓN
Columna
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El niño que soñaba con cazar leones

El Barbas, amigo de Delibes, hombre sencillo, "cauto y cogitabundo", era cazador de nacimiento, sentía ese impulso porque sí. La caza en él era tan natural como que otros fueran borrachos o mujeriegos. Sin filosofías se confesaba al escritor: "Qué tendrá esto de la caza que cuando le agarra a uno, uno acaba siendo esclavo de ella... que esto de la caza tira de uno más fuerte que las mujeres... y más fuerte que el vino".

Y Delibes le citaba a Ortega y Gasset, explicando aquello de que gracias a la caza, el hombre civilizado "puede darse el gusto durante unas horas o unos días de ser paleolítico". Así, el cazador vuelve a ser ese primitivo, el que regresa con el trofeo, vuelve a la cueva y toda la tribu admira su habilidad. La caza era un arte mayor. Los que no servían se quedaban en casa pintando las paredes con escenas de emociones no vividas.

Una pena. A muchos nos parece que Bermejo es la mejor escopeta para terminar con los pájaros de mal agüero

Las escenas de caza en el bajo Gredos no son las de la Baja Baviera, ni las de la perdiz roja. Ni los cazadores son lo que fueron. Tampoco el rock es el mismo que en los tiempos de los ye-yés de Arenas de San Pedro. ¿Se puede ser rapero y ministro? No es fácil. Tan difícil como ser ministro de Justicia, socialista y dejarse fotografiar en esas cazas, con esos cuernos y esas compañías. La caza no es el problema. El problema es la foto. La imagen de un divertimento inútil en tiempos de necesidad de trabajos útiles. La foto sobrevivirá como las pinturas de las cuevas de Altamira. Se puede pecar sin que te pillen porque la confesión no borra fotos. Una pena, a muchos nos sigue pareciendo que Mariano Bermejo es la mejor escopeta para terminar con los pájaros de mal agüero, con los carroñeros que vuelan sobre la justicia española. Pero una foto vale más que mil escopetas nacionales. Y muchas de ellas están otra vez dispuestas a que la cacería termine como la película de Saura. El animal herido es el más peligroso. Atentos a las próximas cacerías.

"... el torero torea porque tiene sangre torera, y el cazador caza porque tiene sangre cazadora. La caza nace con uno, se mama. Todo lo demás son cuentos", seguía sentenciando El Barbas de Delibes. Sin embargo, en la reedición de uno de los mejores libros del enorme periodista y escritor, cazado por las derechas y las izquierdas, Manuel Chaves Nogales, su biografía de Juan Belmonte, nos recuerda que el mayor de los toreros, el gran matador de bestias en público, y trágico matador de sí mismo, que fue Belmonte, de niño soñó con ser cazador de leones en África. Desde Triana salió dispuesto "a dejar el África descastada de leones". Se asustó con unos cuervos que descansaban en los postes del telégrafo. Volvió a casa. Abandonó sus sueños de cazador y degeneró en matador de toros. ¿Se puede ser torero y ministro? -

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