"¿Tienes una hora para mí?"
Vecinos de cuatro barrios de Valencia organizan un banco de tiempo
El acceso al crédito está complicado en los tiempos que corren. Pero no todas las entidades ofrecen lo mismo. Horas, eso es lo que tienen en esta sucursal. El Banco del Tiempo (BdT), una iniciativa solidaria promovida por la concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento de Valencia junto con la Asociación para la Promoción e Inserción Social (APIP), actúa a modo de cadena de favores: ¿alguien me puede prestar una hora y hacerme la compra?
Bibian ya ha extendido varios cheques, muchos de ellos, a Julia. Cuando se saludan parecen amigas de siempre, pero se conocieron hace unos seis meses cuando Julia acudió al Banco del Tiempo para preguntar, si entre algunos de los socios, había alguno que se ofrecía a dar clases de valenciano a su hija Carla, de 10 años, ya que no entendía el idioma (ambas son ecuatorianas) y esto se había convertido en un obstáculo para sus estudios.
La hija de Julia necesita clases de valenciano. Bibian, ayuda para mudarse
Como ellas, más de medio centenar de personas de los cuatro distritos en los que ha puesto en marcha el proyecto -Ciutat Vella, Olivereta, Quatre Carreres y Campanar- ya han intercambiado alrededor de 120 horas, aunque según Blanca Cubel, secretaria y mediadora social encargada del banco, muchas no se pueden contabilizar porque una vez que ellos intercambian sus teléfonos "siguen con los favores y ni siquiera se entregan los cheques", explica.
Las prisas, la frenética vida de la ciudad... hace que en ocasiones algunas tareas necesarias se queden en el tintero por falta de tiempo como pequeñas reparaciones en casa, lecturas para los niños, formación en idiomas, etcétera. Ante tales necesidades cotidianas surgió este trueque altruista, primero en Estados Unidos, en los años ochenta, hasta que llegó a Valencia, a mediados del 2005. Entre las actividades que se ofrecen en el BdT se pueden encontrar desde cuidados a mayores hasta clases de protocolo o traducciones a diferentes idiomas.
Convertirse en un cliente del BdT es sencillo. No hay un proceso de selección previo, basta con apuntarse y explicar lo que uno requiere y lo que puede ofrecer de su tiempo. "Hay que organizarse e incluso hacer malabares con las horas libres, pero si quieres, lo sacas", afirma Bibian, que además de ir a casa de Carla una vez por semana trabaja en un hotel con "turnos locos".
A pesar de que el proyecto se va desarrollando por zonas, -la próxima será Salvador Allende en febrero-, el 90% de los participantes no se conocían de antes, lo que significa que la confianza tiene que ser plena desde el primer momento. Además, el Ayuntamiento se exime de cualquier responsabilidad. "No hemos tenido ningún problema, y como no hay intercambio de dinero es la buena disposición de la gente lo que hace que funcionemos", explica Cubel.
Aunque no es necesario devolver las horas a la misma persona que se las prestó, Julia le dio las suyas a Bibian. Le ayudó con la mudanza.
De momento no ha pasado nadie por el banco intentado aprovecharse del hecho de que haya alguien que pueda hacer las cosas por tí, pero la organización lleva un seguimiento para evitarlo a toda costa. "Hay que dejar claro que los usuarios no van a hacer un trabajo, sino un favor", explica la encargada del BdT.
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