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Reportaje:Elecciones 1M

La herencia de Azkarate

Los escandalos del Guggenheim y el Balenciaga planean sobre Cultura

"¿Qué quiere, que dimita? Pues no?", respondió la consejera de Cultura, Miren Azkarate, en una comisión del Parlamento en la que la oposición empezó a pedir explicaciones sobre las pérdidas sufridas por el Museo Guggenheim en sus operaciones con divisas. Azkarate cumplió y soportó hasta el final de la legislatura, en su doble papel de consejera y portavoz del tripartito, el desgaste continuo de las críticas por el descontrol que propició en el Guggenheim un desfalco y pérdidas de 8,4 millones de euros en la adquisición de dólares para pagar obras de arte, y por las irregularidades en el proyecto del Museo Balenciaga, en Getaria. Aguantó hasta los demoledores dictámenes de las comisiones que el Parlamento puso en marcha para investigar ambos escándalos, que le responsabilizaron de la falta de control y, en el caso del Guggenheim, dejó seriamente dañada su imagen.

Cultura ha sacado adelante en cuatro años sólo dos leyes: Museos y Bibliotecas
El sector audiovisual reclama que funcionen las líneas de crédito
El Instituto de las Artes e Industrias Culturales ha sido pospuesto
"El termómetro de la cultura está en su aportación al PIB", dice un productor
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La reforma pendiente

El Gobierno que salga del 1-M tendrá que lidiar con los problemas que deja Azkarate como herencia de su mandato. El Guggenheim, con su director general, Juan Ignacio Vidarte, cuestionado y su gestión descalificada por el Parlamento, es el asunto más visible, pero la lista es larga. El Museo Balenciaga, cuyas obras están paralizadas desde hace más de un año, la participación del Gobierno en el proyecto del nuevo Guggenheim de Urdaibai y la finalización de Tabakalera son algunos de esos asuntos. A ellos se suman el retraso acumulado en la construcción del Archivo Histórico Nacional por el abandono del proyecto inicial para sustituirlo por un edificio de nueva planta, la dotación de actividad del recién creado Instituto Etxepare, dedicado a difundir la cultura vasca por el mundo, o la definición del anunciado Museo Vasco de Historia y Sociedad.

Las propuestas de los programas electorales ofrecen pocas pistas en materia de política cultural. La novedad en el programa del PNV es que eleva a la categoría de "infraestructura estratégica", también para el Gobierno vasco la puesta en marcha del Guggenheim de Urdaibai. Hasta ahora, el proyecto de contruir un nuevo museo en Sukarrieta ha sido impulsado en solitario por la Diputación de Vizcaya, entre el desapego evidente de los representantes del tripartito. El Plan de Desarrollo Económico y Social de Urbaibai, impulsado por la consejería de Medio Ambiente, no hace la menor referencia al Guggenheim entre más de 60 actuaciones, desde un centro de estudios ornitológicos a mejoras en los accesos por carretera.

El PP propone que, para evitar la reiteración de escándalos en la gestión de los centros culturales, "se reformen los patronatos o sociedades instrumentales" para lograr un control efectivo en el manejo de fondos públicos. Las críticas a la opacidad en la gestión cultural, apuntando siempre a los fallos del Guggenheim y el caso Balenciaga, se repiten en los programas electorales de las fuerzas que concurren a las elecciones, pero sin descender a medidas más concretas que una exigencia genérica de "control y transparencia".

El Plan Vasco de la Cultura, aprobado en septiembre de 2004, ha sido el paraguas bajo el que ha actuado el departamento en la legislatura que ahora acaba, sin grandes éxitos en su haber que compensen los escándalos. En cuatro años, la actividad legislativa de Cultura se ha limitado a la aprobación de la Ley de Museos y la Ley de Bibliotecas, pendientes todavía de los reglamentos que las desarrollen.

Entre quienes colaboraron en la redacción del plan, unas 300 personas vinculadas a los distintos sectores culturales, se aplaude que les escuchasen y se calcula lo mucho que queda por hacer a corto plazo.

Desde el campo de las artes plásticas se recuerda que aún no se ha avanzado en la mejora de las ventajas fiscales que se propusieron para la compra de obras de arte y su depósito en instituciones. Actualmente, los propietarios se pueden beneficiar de desgravaciones del 20% y del 2%, respectivamente.

El sector audiovisual ha recibido el impacto de la crisis económica con el respiro de haber solucionado las discrepancias en torno al 5% del presupuesto de EITB que, por ley, debe ser destinado a la producción audiovisual. El decreto de Cultura que en 2008 reguló esa cesión despejó las dudas y permitió suscribir con los productores vascos un convenio de colaboración para facilitar la distribución de unos ocho millones de euros. La mala noticia es que las líneas de crédito establecidas para financiar al sector audiovisual, con un fondo de 10 millones de euros, no acaban de funcionar. La UE no dio luz verde a la regulación de las ayudas financieras, y los productores se quedaron en 2008 sin el crédito, en un momento especialmente duro para conseguirlo en el mercado.

El presidente de la asociación de productores Ibaia, Joxe Portela, reclama además que se ponga en marcha el Instituto Vasco de las Artes e Industrias Culturales, un organismo que Azkarate presentó en su día como "el brazo ejecutivo" de su departamento para "la promoción y el fomento de la creación y la producción artística y cultural vasca".

Ángel Valdés, de la discográfica Elkar, cree que los gobiernos autónomos no han aprovechado el potencial cultural. "El termómetro de la cultura está en su aportación al Producto Interior Bruto de un país. La cultura necesita una industria cultural importante", defiende. Valdés pide que cuide la vertiente artística -la creación y la exhibición- y el consumo, que se motive al público para que consuma más cultura, en lo que se refiere a su área profesional, más música vasca. No pide dinero: "La época de los mecenas ya se acabó. No se debe sostener artificialmente la cultura". La clave radica en aprovechar la diferencia para competir en el mercado global, resalta. Y cree que se puede empezar por hacer de la creación "oficios bien considerados".

Fernando Bernués, de Tanttaka, entiende que en las artes escénicas el esfuerzo a corto plazo debe centrarse en involucrar a lo público en la producción de espectáculos más ambiciosos e innovadores. Los cimientos, sin embargo, deben sustentarse en la formación. Bernués pide que arranque la Escuela Superior de Artes Escénicas, prevista en la Alhóndiga de Bilbao.

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