"Mi sueño es no saltar más de beca en beca"

Ana María Fernández Jiménez prefiere no salir a comer. En un primer momento había pensado para este almuerzo acercarse al hotel que hay a dos pasos del centro en el que investiga. Al que llevan, según cuenta, "a las visitas". Pero la científica de 39 años insiste en que debe pagar con los vales de comida que compra todos los meses. "El comedor no te va a decepcionar", apunta. Y la cantina del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, que pertenece al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, no lo hace. Fernández muestra encantada el salón circular revestido de amplias cristaleras. Luminosísimo. En él comen tranquilamente hombres y mujeres con bata de laboratorio.

La científica busca el cemento alternativo clave para reducir emisiones de CO2

Fernández lleva 14 años investigando para hallar nuevos cementos de bajo impacto ambiental y más resistentes a fuego, y, aunque hoy no la viste, habrá gastado unas cuantas batas. "Catorce años de los que sólo he cotizado a la Seguridad Social tres, por las becas...", cuenta encogiéndose de hombros. Y aliña con precisión su plato de guisantes con jamoncito, que después picoteará despacio. Es tímida. Cuenta que en España ser investigador no es fácil. "Y para las mujeres mucho menos. Es un sector muy competitivo", dice. Pero le encanta. Cuando empezó Químicas nunca imaginó que terminaría dedicando su vida a encontrar un cemento alternativo. "Me veía más dando clase. Pero mira... Me apasioné por la investigación en cuanto empecé".

Ahora no lo podría dejar. "Se ha quedado un poco frío. Claro, es que nos liamos y...", dice sonriendo. Mira con desgana el segundo plato. Vence su timidez inicial y habla de sus dos sobrinas. Le gusta mucho pasar tiempo con ellas. De momento no tiene hijos y reconoce que, con la vida que lleva, es complicado: "Aquí no te puedes relajar. Si te quedas embarazada, cuando vuelves el que se ha quedado ha hecho más cosas que tú. Aunque conozco a mujeres que lo han hecho. Es difícil pero no imposible. Han conseguido organizarse, pero para un señor es más fácil". Ésa es, apunta, una más de las muchas razones para que las mujeres no abunden en el mundo de la ciencia. Sobre todo en los puestos más altos: "Es la gráfica tipo tijera: las mujeres superan académicamente a los hombres, pero cuando el nivel aumenta las cosas cambian. En los puestos directivos hay muchos más altos cargos hombres que mujeres".

Reflexiona un rato sobre la mujer y la ciencia, pero a Fernández de lo que realmente le gusta hablar es de su proyecto. El pollo la espera casi intacto. Lo aparta y abre un yogur. Mira fijamente: "Queremos crear un cemento con las cenizas volantes de las centrales térmicas. Un cemento alternativo que emita menos CO2 cuando se fabrica que el actual. Es mi granito de arena para que el medio ambiente no se siga agrediendo como se hace", dice. Un proyecto clave para los planes europeos de reducir emisiones y con el que ha ganado una de las becas que L'Oréal ofrece a mujeres investigadoras. "Esto me permitirá seguir adelante y despreocuparme durante un tiempo". Sin embargo, su sueño, "como el de todos", apunta, es conseguir una plaza de investigadora. "Y no saltar más de beca en beca", bromea. De momento, además de investigar, estudia, estudia y estudia para lograrlo.