El fuego siembra la muerte en Australia
Los incendios, algunos intencionados, devastan el sur y el este del país y se cobran más de 100 vidas - El primer ministro moviliza al Ejército contra el "infierno"
John Ryan observó aterrorizado cómo el cielo sobre su granja pasó del azul al negro. Diez minutos después, el bosque que rodeaba su casa fue engullido por las llamas. Él y su vecino se parapetaron en el interior de la casa mientras lo peor del fuego pasaba sobre sus cabezas. Después, salió al exterior y empezó a apagar pequeños fuegos que habían prendido en el tejado y en la montaña. Ryan logró salvar su vivienda; su vecino no tuvo tanta suerte.
"Todo está quemado, hasta donde alcanza la vista", dijo a una emisora. Vive en Glenburn, a 90 kilómetros al noroeste de Melbourne. "No queda nada; hay animales muertos por todas partes".
"Llovía fuego", dijo a una cadena de televisión otro superviente de Kinglake. "Nos escondimos entre los olivos y vimos arder nuestra casa. Pero estamos vivos".
La policía del Estado de Victoria dijo que la cifra de muertos es de 108, pero que aumentará cuando se logre acceso a todas las zonas afectadas. "Hemos encontrado cadáveres dentro de coches, como si hubieran decidido huir cuando ya era tarde; hemos encontrado a gente en sus propiedades y en sus casas. También encontramos niños". El número de muertos supera al del miércoles de ceniza, el peor incendio en la zona hasta ahora, ocurrido en 1983 y en el que murieron 75 personas. Los desaparecidos se acercan al centenar. Además de Victoria, los incendios afectan a los Estados de Nueva Gales del Sur y Queensland. En los tres se hallan las grandes ciudades: Melbourne, Canberra, Sidney y Brisbane.
Ochenta personas se encuentran hospitalizadas, 20 de ellas con gravísimas quemaduras. Muchos no podrán sobrevivir, informan fuentes hospitalarias.
Los fuegos que azotan el sur y el este del país fueron empujados por vientos cálidos de 90 kilómetros por hora. La temperatura de Melbourne se elevó ayer a 47 grados. Varios testigos sostienen haber visto árboles arder repentinamente y algunas casas explotar. La ciudad sufrió una lluvia de ceniza y el cielo se tiñó de ámbar.
Las imágenes aéreas mostraban la enorme extensión de la destrucción producida por el fuego: casas reducidas a escombros, bosques quemados y animales muertos. Cerca de 3.000 voluntarios y bomberos luchaban ayer contra decenas de fuegos activos que han quemado cerca de 200.000 hectáreas y han destruido más de 700 casas. Las autoridades sospechan que algunos de los fuegos fueron intencionados.
"En medio de este infierno he visitado a la gente buena de Victoria", dijo el primer ministro, Kevin Rudd, que se reunió con miembros de los servicios de emergencia para informarse de la situación. "Se trata de una tragedia escandalosa", añadió. Su Gobierno ha aprobado un fondo de ayuda a los damnificados por valor de 50 millones de euros, que incluye pagos de hasta 500 euros para las víctimas. El primer ministro también ha ordenado el despliegue del Ejército en la región para ayudar a los bomberos y proveer ayuda de emergencia.
El jefe del Gobierno regional, John Brumby, advirtió a sus conciudadanos de que deben estar preparados porque los incendios prosiguen, que habrá más muertos y destrucción. "Ha sido el infierno en la tierra", añadió.
Los fuegos son habituales en el duro verano australiano, muy cálido y seco, que es cuando los bosques de eucaliptos, ricos en aceite, son especialmente vulnerables a los rayos de las tormentas de verano y a los accidentes. Este año ha sido peor debido a la reciente sequía. Las condiciones eran propicias para la tragedia.
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