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Alberto Zedda electriza en su vuelta a la Sinfónica

Alberto Zedda, milanés de nacencia y coruñés por vivencia, es autor de muchos de los mayores éxitos de la Orquesta Sinfónica de Galicia. El calor del aplauso inicial del público y la admiración profesional de los músicos, obligándole a saludar por dos veces en solitario antes de levantarse a recibir con él la ovación final, fueron el alfa y la omega de un gran concierto. En la Canzon prima de Gabrielli logró el mejor control de sonido y expresión de las cuerdas, dispuestas como doble orquesta en espejo. Sólo unos minutos para que Zedda, menudo en tamaño pero enorme en sapiencia y arte, demostrara cómo los más delicados matices expresivos y los mejores efectos sonoros, como la esencia, se aprecian mejor en dosis mínimas.

Al canto del Adaghietto de la Sinfonía en re mayor de Cherubini, los efectos teatrales de su partitura y su serenidad les siguieron la viveza del Minueto y el bello fugatto del Allegro final. Tras el descanso, la versión de la Sinfonía elegíaca de G.F. Malipiero hizo honor a su título en la más amplia acepción grecorromana del término elegía. Contrastó la viveza del Mosso con el dramatismo del Lento non troppo. Y en el cuarto, Lento, su dolida serenidad general con el refulgente brillo de los metales. En la Tercera de Schubert, Zedda imprimió vivacidad al Minueto, gracia al Trío y, sobre todo, tanta luminosidad de tarantela al Presto, que uno duda si nació en Milán o es un pompeyano redivivo que habita en A Coruña.

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