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Reportaje:ARCO 2009 | Reportaje

Recetas para tiempos de crisis

Parecía que se iba a salvar. Los mercados financieros habían estallado, pero la coletilla se repetía sin cesar: "El arte es un valor refugio". Hasta que, a la vuelta del pasado verano, dejó de serlo. En el último trimestre de 2008, el número de lotes no vendidos en subastas alcanzó el 29%, cuando un año antes había sido de tan sólo el 10%. Además, aunque nunca se facilitan cifras oficiales de ventas, el clima de las dos grandes ferias que se celebraron en ese periodo, Frieze en Londres y Art Basel Miami, fue bastante contenido. "El mercado ha menguado", afirma Edmund Peel, un veterano del mercado de arte en España, que desde su firma de consultoría, Edmund Peel Fine Art, se dedica a asesorar a un exclusivo grupo de coleccionistas, así como a museos e instituciones, en la compra de obras. "Al principio de la crisis, la compra de arte seguía siendo atractiva porque la gente con poder económico seguía teniendo mucha liquidez y no había competencia de otros mercados: los tipos de interés están muy bajos y las Bolsas se estaban desplomando. Pero al final le ha tocado al mercado del arte también. En las subastas del pasado otoño hubo un reajuste de precios del 30%, además del enorme porcentaje de lotes invendidos", añade.

Una de las razones, señala Peel, es que el mercado de arte internacional de los últimos cinco años ha sido uno verdaderamente globalizado. A los tradicionales clientes europeos y americanos se había añadido una nueva hornada de compradores procedentes de Rusia, India, China, además de Japón que, tras una década en la barrera a causa de la pertinaz crisis nipona, habían vuelto a comprar arte. Pero la crisis también es global y muchos de esos clientes, que eran firmas financieras, como los hedge funds, también se han volatilizado. Existe casi un consenso unánime en señalar la subasta de obra de Damien Hirst en Sotheby's el pasado 15 de septiembre como el momento en que estalló la burbuja del mercado del arte. Justo el mismo día que el banco de inversión Lehman Brothers anunció su quiebra y desencadenó una tormenta financiera de proporciones planetarias.

En el mercado español las cosas no van a pintar mejor. Elisa Hernando, directora de Arte Global, otra firma que asesora en la compra de arte, reconoce una caída de la demanda, sobre todo por parte de clientes particulares. Muchos de ellos son empresarios ligados al sector de la construcción, uno de los que más está acusando el frenazo económico en España. "En los clientes corporativos hemos notado algo de recorte, pero no tanto. Lo que sí nos está costando es captar nuevos clientes", explica Hernando.

Las galerías ya llevan meses capeando el glacial viento de la crisis y han advertido un cambio de actitud en sus clientes: ahora son mucho más selectivos. Todos contienen la respiración ante esta edición de Arco. ¿Con qué ánimo se enfrentan a esta feria? "Las ventas se mantienen en los artistas con una trayectoria más consolidada, los consagrados", señala Belén Herrera Ottino, directora de la obra gráfica de la sucursal madrileña de Marlborough. Por el contrario, el cliente que venía adquiriendo en los últimos años obra de menor valor, de entre 1.000 y 5.000 euros, explica el galerista Álvaro Alcázar Gamarra, ha desaparecido. "Se va a vender menos que en los últimos cuatro o cinco años, que han sido fantásticos. Pero yo creo que los clientes que adquieren obra de 50.000 euros en adelante van a seguir comprando porque sigue habiendo gente con dinero y con ganas de comprar. Lo que pasa es que van a seleccionar muy bien lo que adquieren", precisa.

Marga Sánchez, directora de Distrito 4, recuerda con claridad que a partir del verano se ha producido un cambio sustancial en el mercado: "El que compraba arte como inversión se ha retirado, naturalmente. Pero es que el coleccionista de la pulsión ha dejado incluso de dejarse caer por las galerías para no sentirse tentado". Al igual que muchas otras galerías, Distrito 4 se ha aplicado un plan de reducción de costes y se prepara para Arco con cautela. "Tenemos que tener mucha paciencia, entender el momento de riesgo, que Arco no puede cumplir todas nuestras expectativas", dice la galerista. En su opinión, una buena estrategia es llevar a la feria "obras muy buenas a un precio adecuado o artistas emergentes también con buen precio".

Nerea Fernández, de Nieves Fernández, señala que los clientes tardan ahora mucho más en pagar. Su receta para momentos de tribulación es recurrir a artistas jóvenes y baratos o a artistas muy conocidos que no bajan de precio: "En estas crisis lo que sale menos beneficiado es la obra intermedia, digamos de unos 20.000 euros, de artistas que sólo son conocidos en sus países. Un tàpies o un kounellis siempre se compran", dice. La galerista señala que puede ser un buen momento para encontrar gangas: "Va a haber mucha obra buena disponible porque la gente se está deshaciendo de sus colecciones".

Esta edición de Arco, según todos los pronósticos, no se presenta demasiado halagüeña. Contará con la presencia de 20 galerías menos; entre ellas, varias internacionales y algunas españolas clásicas, como Oliva Arauna. Además, añade Hernando, muchas instituciones, que son las que, año tras año sostienen buena parte de las ventas en la feria, han visto reducidos sus presupuestos. En este sentido, Edmund Peel pone el dedo en la verdadera llaga de Arco: "Debería sostenerse como una feria comercial, como Frieze o Basilea, sin ningún apoyo institucional. Pero esto nunca ha sido así. Ahora quizás no sea el mejor momento para hacer este cambio, pero debería plantearse el hacerlo", sostiene. La verdadera cuestión es si hay en España mercado suficiente para sostener una feria puramente comercial: "No, evidentemente. Eso sólo se lograría si llegara a ser una feria verdaderamente internacional. Si se piensa en Basilea, es un sitio bastante raro para que llegue a tener la mejor feria del mundo, pero desde el primer día ha sido internacional. Y, aun así, Arco tendría dificultades en estos momentos", concluye Peel. -

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