Un día extraordinario
La residencia Atxarte festeja hoy su 25 aniversario - Es testigo de la evolución en la asistencia a personas con discapacidad intelectual
La residencia Atxarte registraba ayer una actividad inusual: trabajadores colgando fotos de las paredes o pintando, periodistas de visita... Este centro para personas con discapacidad mental severa, situado en el corazón del Duranguesado, celebra hoy sus 25 años y parte de sus internos -los que tienen patologías menos graves- dedicaron la víspera a ayudar en los preparativos. Sonia y Juan, por ejemplo, estuvieron hinchando globos antes de sentarse a comer. Por si fuera poco, era San Blas y algunos de sus compañeros bajaron a Abadiño, acompañados de monitores, para ver la feria de ganado.
No siempre es así. Las actividades que realizan a diario estos internos siguen una rutina: por la mañana, talleres -regar las plantas, hacer la colada...-, y los fines de semana, salidas al campo o a un club donde pueden ver cine o participar en juegos. Pero lo cierto es que en estas dos décadas y media han cambiado muchas cosas en la atención que se dispensa a las personas con discapacidad intelectual. Los residentes de Atxarte han sido testigos de ello.
De una asistencia basada en el aprendizaje, se ha pasado a una que prima el bienestar
"Atxarte fue un hito en 1984", opina la directora de asistencia de Gorabide
"¡Muy bien, guapo!". Una trabajadora felicitaba así a un interno que ayudaba a un compañero en silla de ruedas a entrar en el comedor. Según la dirección del centro, el trato del personal hacia los usuarios es una de las cosas que más ha evolucionado en este tiempo y se ha convertido, dicen, en su "seña de identidad". "Hace 25 años esto se podía parecer por fuera, pero por dentro era totalmente distinto", explica Pilar Basoa, directora de asistencia de Gorabide, la asociación encargada de la gestión del centro. Ya había aulas de trabajo, pero, a diferencia de lo que sucede ahora, los comedores y los dormitorios eran para grupos numerosos. Entonces primaba el llamado enfoque "psicopedagógico", centrado en intentar enseñar lo máximo, dentro de sus posibilidades, a los pacientes. Desde ahí, se ha evolucionado a una atención que prima la calidad de vida. "Se llegó a la conclusión de que no vivían mejor porque aprendieran más", explica la responsable. Ahora hay un programa para cada persona: "Si el interno puede expresar qué quiere, se le escucha; si no, seguimos el criterio de la familia", explica.
Este centro fue el primero en acogerse al concierto que la Diputación de Vizcaya mantiene con Gorabide. En virtud del acuerdo, la entidad foral asigna, entre los discapacitados de la provincia, plazas en las residencias y centros de día de Gorabide, una asociación constituida en 1962 por padres de discapacitados y que hasta los 80 se llamó pro-Subnomales. "Hoy nos choca decir esa palabra", dice Basoa, para quien la puesta en marcha de Atxarte fue "un hito", ya que los talleres y el aprendizaje eran una novedad entonces. Y a éstas se fueron sumando la privacidad, la elección, las relaciones... "derechos que, como ciudadanos, tienen los discapacitados".
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