Nancy Spero, el arte de la lucha
La artista, pionera feminista, presenta en Sevilla la retrospectiva 'Disidanzas'
Nancy Spero, pacifista y una de las pioneras del arte feminista, tiene 83 años y está enferma, pero eso no le impide seguir la lucha al frente de su equipo de colaboradores en su estudio de Nueva York. La prueba está desde ayer en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla (CAAC), cuando se inauguró la retrospectiva Disidanzas, y se trata de la instalación Palo de mayo. No toméis prisioneros, una obra que presentó en la Bienal de Venecia de 2007 como reacción ante la guerra de Irak.
"A mediados de los sesenta, cuando volvió a Nueva York desde París, su trabajo se centró en la oposición a la guerra de Vietnam y, ya entonces, dibujó una pieza que también se titula Palo de mayo y que ahora ha retomado para hacerla de forma tridimensional", explicó ayer Samm Kunce, directora del estudio de Nancy Spero desde 1986.
Sus obras critican las guerras, lo que ella llama "violencia de Estado"
Disidanzas, que estará en Sevilla hasta el 22 de marzo, está comisariada por Manuel J. Borja-Vidal y Rosario Peiró y ha pasado ya por el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) y por el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Son 122 obras, muchas de ellas múltiples, que resumen la carrera de una artista comprometida políticamente que reniega de cualquier guerra, una luchadora contra lo que ella llama "violencia de Estado".
"Toda su obra, pero especialmente la instalación Palo de mayo que hemos montado en la capilla de Colón, tiene una gran vigencia. Es un buen ejemplo de cómo un artista puede tener una postura ética respecto a la violencia de Estado", comentó ayer José Lebrero, director del CAAC.
Nancy Spero (Cleveland, Ohio, 1926) se crió en Chicago, donde estudio en la escuela del Art Institute y se graduó en 1949. Un año más tarde se casó con Leon Golub, uno de sus compañeros del Art Institute. La pareja se mudó a Italia en 1956, dónde Spero conoció el arte etrusco muy presente en su obra, y en 1959 se instalaron en París, dónde creó la serie Pinturas negras, para volver a América en 1964 e instalarse en Nueva York.
"Todo ocurre en el mismo sitio, en un espacio que es su casa, su estudio y un centro social que llamamos Crisis center y en el que hemos llegado a colaborar entre seis y ocho artistas; aunque ahora somos dos y medio", bromea Samm Kunce, considerándose ella misma el medio.
"Las litografías y los grabados que precedieron a la serie Pinturas negras no habían salido de su estudio. Cuando le sugerimos que podrían formar parte de la retrospectiva se mostró encantada. La exposición tiene muchos niveles de lectura, desde el feminismo y su postura ética en contra de las guerras; hasta otra más poética que es la reacción que ella tuvo ante el arte dominante del momento, ante la pintura abstracta masculina", explicó ayer la comisaria Rosario Peiró.
Las obras figurativas que hizo en París, en torno a los amantes y la maternidad, se transformaron en figuras llenas de ira cuando Nancy Spero regresó a Nueva York y se enfrentó con la crueldad de la guerra. La artista rechazó la pintura sobre lienzo como una forma masculina de arte y optó por el papel, creando figuras muy frágiles que pretenden desenmascarar estereotipos y que mezcla con textos. "A modo de collage, pego unas imágenes de carácter mítico y las confronto con lenguaje y/o con un mensaje político inmediato. Mi obra podría asociarse a impresiones cinematográficas de movimientos fragmentados y efímeros, con énfasis subrayados", escribió Nancy Spero en 1977.
En la muestra puede verse la famosa serie Codex Artaud (1971-1972), inspirada en los poemas del francés Antonin Artaud y también sus trabajos más feministas de los ochenta en los que denuncia la crueldad contra las mujeres desde el principio de los tiempos. Es a partir de entonces cuando el cuerpo de la mujer se convierte en una especie de alfabeto para un nuevo lenguaje y aparecen obras como Diosas desnudas (1989).
"Es una de las artistas pioneras del feminismo, una mujer que usa la pintura de una forma muy innovadora; desplazándose del núcleo central y creando una historia de los márgenes", apunta Rosario Peiré. Además de la exposición, cuyo montaje ha seguido minuciosamente la artista gracias a Internet, el CAAC ofrece actividades paralelas como unas sesiones de terapia de grupo gratuitas en las que colabora el Instituto de la Mujer.
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