Más dinero para una escuela pobre
Galicia sigue a la cola europea en gasto escolar, pero con libros gratis y más becas
Profesores, alumnos y padres sueñan en Galicia con aulas como las de Finlandia. Los colegios acogen allí a los estudiantes más cultos y los profesores menos quemados del mundo. Y sin fórmulas revolucionarias: la Administración destina mucho dinero a la educación y a los profesionales encargados de formar a los niños se les exige tanta preparación y responsabilidad como a un controlador aéreo.
Desde el cambio en la Xunta el gasto por alumno ha crecido un 33% pero sigue lejos de la meta finlandesa. Mientras los gobernantes escandinavos invertían en formar a sus ciudadanos un 6,31% del Producto Interior Bruto ya hace cuatro años, en Galicia este porcentaje está hoy en el 4,7%, 0,6 puntos más que en 2005. Con ese incremento de fondos el bipartito ha financiado la gratuidad de los libros en la enseñanza obligatoria, ha creado becas para estudiar idiomas en el extranjero y ha aumentado las plazas de comedor. "Hemos mejorado cualitativa y cuantitativamente los servicios", afirma la conselleira de Educación, la socialista Laura Sánchez Piñón. "En equidad ya nos podemos comparar con países como Irlanda o Finlandia".
Por el camino se han quedado las promesas de reducir el número de niños por aula y, según Virgilio Gantes, presidente de las asociaciones de padres, la Xunta del cambio se ha olvidado de las importantes carencias en logopedas, cuidadores y orientadores. Para Gantes, eso sí, la llegada del bipartito ha supuesto un "giro" en la política educativa del fraguismo, que "se dedicó a desmantelar la escuela pública y a favorecer a la concertada".
Menos satisfecho se muestra Anxo Louzao, portavoz de CIG-Ensino, sindicato mayoritario en el sector. Louzao reconoce la mejora de las plantillas y de los salarios -5.800 profesores funcionarios más- pero alerta de que persiste el malestar entre los maestros por no sentirse valorados. Y critica que se mantenga el mismo número de conciertos con colegios privados que firmó el PP, unas subvenciones a las que se destinará en los próximos años un 11% del presupuesto anual de la consellería. El único cambio importante de cara a la escuela privada ha llegado en la recta final del mandato, con el bloqueo de las subvenciones a aquellos centros que separen niños y niñas, controlados en Galicia por el Opus Dei.
El aumento del presupuesto benefició a la universidad, pero la alegría de los rectores acabó en lágrimas. Educación se escudó en la crisis para incumplir su promesa de incrementar en 200 millones de euros este año su aportación a los campus. El jarro de agua fría llega con una reforma multimillonaria por delante que obligará a las universidades gallegas a competir por la financiación y los alumnos en una Europa sin fronteras. La conselleira defiende que el crecimiento "espectacular" de la educación superior ha preparado a Galicia para superar este reto.
Uno de cada cuatro adolescentes gallegos abandona las aulas antes de completar siquiera la enseñanza obligatoria. El fracaso escolar está muy por encima de la media europea (10 puntos) y los profesores reclaman "cambios estructurales". En Finlandia sólo el 8% de los chavales deja los estudios antes de tiempo.
Las propuestas de los partidos
- PP. Ayudas a los alumnos de Secundaria para adquirir portátiles; potenciar la figura del educador social; aliviar la carga burocrática de los profesores con más administrativos.
- PSdeG. 500 millones para nuevos centros educativos; menos alumnos por profesor; 20.000 becas para estudiar idiomas en el extranjero; creación de bolsas-salario para estudiantes de FP.
- BNG. Plan contra el fracaso escolar; personal administrativo para todos los centros; profesorado de Pedagogía Terapéutica, Audición y Lenguaje; cuidadores para niños de 3 a 6 años.
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