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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Chascarrillos de 'cavaliere'

Algunos políticos envilecen casi todo lo que tocan y Silvio Berlusconi, primer ministro de Italia, es uno de ellos. Exhibe una labia gárrula e indiscreta, porque cualquiera de sus gracietas revela enseguida un modo de pensar paleolítico de puro reaccionario. En su interminable relación de exabruptos presuntamente chistosos figuran como víctima preferida la dignidad personal, profesional, o ambas, de las mujeres. Ahora acaba de hacer un chiste horrible sobre las violaciones de mujeres en Italia. "Necesitamos tantos soldados en las calles como chicas guapas hay en Italia y eso nunca lo conseguiríamos". Ése fue el comentario brillante del primer ministro a la propuesta del ministro del Interior, Roberto Maroni, de enviar a 30.000 soldados a vigilar las ciudades para combatir la delincuencia y evitar que se repitan casos de violencia sexual como los acontecidos recientemente. Ya es un despropósito encargar al Ejército tareas que debe realizar la policía; pero Berlusconi remató la faena con ese chascarrillo infame.

Sólo en 2008, il signore Berlusconi, mal conocido como Il Cavaliere, ha soltado greguerías tan grotescas como aquella que calificaba al Gobierno de Zapatero de "demasiado rosa" porque cuenta con nueve mujeres "a las que le costará dominar" -la apostilla esta vez es más propia de las humoradas de Arévalo- o cuando soltó en plena campaña electoral que "nuestras mujeres son más guapas que las de la izquierda y, además, superlicenciadas". Y éste es el retrato que hizo de Barack Obama: "Es joven, guapo y está bronceado". Cada frase de Berlusconi traiciona a la vez su consciente

y su subconsciente y los dos parecen pésimamente amueblados.

Ya no deben quedar reductos donde las impertinencias del primer ministro sean bienvenidas. Incluso sus acendrados seguidores tienen que estar hartos de un mal gusto tan chirriante. Del hacer político de Berlusconi no se recordará gran cosa, como no sean sus torpes maniobras para garantizarse la impunidad ante la justicia. Pero quedará memoria de

sus desesperados intentos por ser gracioso y su patética incapacidad para lograrlo.

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