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OPINIÓN
Columna
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Folletín por entregas

Mientras sigue su curso la guerra sin cuartel entre la presidenta de la Comunidad y el alcalde de la capital por el control de Caja Madrid, los reportajes de Francisco Mercado publicados desde el pasado lunes en EL PAÍS han sacado a la luz la labor de espionaje realizada por un irregular servicio de información -formado por unos estrafalarios inspectores de alcantarillas políticas- dependiente del consejero de Presidencia, Justicia e Interior. Francisco Granados presidió en 2003 la comisión parlamentaria que investigó sin éxito la deserción de los diputados Tamayo y Sáez que daría la presidencia a Esperanza Aguirre, un oscuro episodio relacionado con tramas corruptas inmobiliarias.

Francisco Granados presidió la comisión que investigó sin éxito la deserción de Tamayo y Sáez

Secretario general del PP madrileño, Granados tachó de novela la información publicada: sería en todo caso un folletín decimonónico por entregas o un culebrón televisivo por episodios cuyo principal argumento han sido -hasta ahora- los seguimientos de González, vicepresidente de la Comunidad; Cobo, vicealcalde de Madrid, y Prada, ex consejero despedido en junio por Esperanza Aguirre a causa de su lealtad a Rajoy. Si la lucha por Caja Madrid amenaza con desembocar en los tribunales de justicia, esta sórdida historia político-policiaca alimentada por las ambiciones de poder, las peleas faccionales dentro de los partidos y los pocos escrúpulos de los protagonistas para infringir las reglas de juego democráticas y los derechos fundamentales amparados por la Constitución tendrá posiblemente el mismo recorrido. Sin necesidad de llegar al final del viaje, cabe ya concluir que esta crónica negra marca una enorme distancia entre la palabrería liberal hayeckiana impartida por la presidenta Aguirre -con tanto celo evangélico como escaso conocimiento de su significado- y las políticas aplicadas desde el poder.

El adelgazamiento del Gobierno, la privatización del sector público y la desregulación empresarial que defiende ese programa liberal tienen como contrapartida fáctica la creación de cargos inútiles para pagar favores políticos, el creciente endeudamiento de una televisión pública regional deficitaria, el intervencionismo rampante del abordaje a Caja Madrid, las concesiones de licencias televisivas a clientes mediáticos, las subvenciones partidistas y hasta el rodaje de una película.

Las presiones sobre José Antonio Zarzalejos como director de Abc y la censura sectaria de Telemadrid enseñan cuáles son las prácticas de la presidenta de la Comunidad en la libertad de expresión. Y si la persecución de las clínicas abortistas muestra su falta de respeto a la libertad de elección de la mujer, el boicoteo a la asignatura de Educación para la Ciudadanía confirma sus relaciones de servidumbre con los obispos y su radio. Esperanza Aguirre denunció a la policía como una nueva Gestapo al servicio de Zapatero por sus investigaciones sobre las agresiones al ministro Bono: ¿qué dirá ahora de la tropilla de su consejero Francisco Granados? -

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