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Análisis:El deterioro del mercado laboral | Los afectados
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La batalla del empleo

He dudado en el título de este artículo y al final me he decidido por el que figura ut supra y por dos razones de peso: una, porque es preciso ponerse a la tarea de batallar; lo cual significa que hay que tener coraje, dosis de sacrificio y un plan táctico. Y la segunda, porque es preciso poner énfasis en lo positivo —el empleo— más que en lo negativo —el desempleo—. Por ejemplo, todas las políticas monetarias o monetizadas respecto al tema ponen el punto de mira más en remediar el desamparo del parado que en fomentar el empleo. Las políticas pasivas, desde que comencé a dar clases en la Universidad, explicaba, de acuerdo con los maestros, que son políticas ineficientes cuando se trata de paro estructural, y el que ahora padecemos tiene ese carácter. Y es que cuando el paro es de tal tipo no hay caja de Seguridad Social que resista. Hay que ir a políticas activas de creación de empleo o al menos de barrera a la pérdida del mismo. Una vez más, tengo que decir que, en el mundo del trabajo, nadie contrata a quien no necesita, ni nadie despide al que necesita. Por tanto, y aunque parezca muy simple, la política más eficiente en esa materia es la de dar facilidades para contratar al que tiene negocio, al que lo necesita, más que unos miles de euros y, además, montar cauces normativos que no sean obstáculos de altura para prescindir de los servicios de quien no necesito. Así de simple. Todo ello requiere, evidentemente, dosis de equilibrio y de socialidad, pero también de realismo.

Más información
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Las medidas que hasta ahora conocemos para enfrentarnos a la situación son elementales aunque positivas, y también de libro de texto. Obras públicas impulsadas por la Administración, para crear empleo y pagar subsidio al que se queda en paro. Pero son medidas claramente insuficientes y abocadas a pronto fin. Ni los recursos económicos para el desempleo son infinitos, ni las obras públicas que vayan a realizar los Ayuntamientos (y vamos a ver qué obras son) pueden eternizarse, y nuestra crisis va para largo, desgraciadamente, pues más que crisis parece un tsunami.

El Estado tendría que plantearse echar números de lo que cuesta la prestación de desempleo y las subvenciones a los ayuntamientos y ver si con ese dinero, más el que pueda poner, se pueda invertir con mayor o menor eficacia cara a la creación de empleo o al freno a la destrucción del mismo. Y ahí entran políticas de fiscalidad que incentiven la inversión privada, que es el motor fundamental en ese campo. Hay que montar, sobre todo, unos mecanismos ágiles y urgentes, cara a las pymes, para que salgan de su asfixia económica y se pongan a contratar o a no despedir. A nivel personal, estoy viendo cómo muchos pequeños empresarios por el cierre del grifo de las entidades financieras y los procedimientos de apremio de la Seguridad Social tienen que cerrar. ¿No sería mejor invertir los recursos económicos con tales empresas? Todos estamos convencidos de que las pymes son el motor del empleo y hay que volcarse a ayudarles a salir de su angustiosa situación, porque ello tendrá un inmediato y positivo reflejo en el empleo.

Por otra parte, hay que poner en práctica medidas laborales que también pueden resultar positivas cara al empleo. Por ejemplo, políticas de contratación que durante un tiempo determinado sean mucho más flexibles. Potenciación de las ETT's en su papel de Agentes de Empleo. Fomento, mediante cambio normativo, del tiempo parcial. Atemperación, durante un tiempo, de las condiciones salariales y otras medidas que estén motivadas por la idea de que, puestos a gastar y a idear, gastemos e ideemos algo que efectivamente frene los despidos y anime a contratar. Está comprobado que muchos ERES (la muerte) podrían evitarse si se producen modificaciones en las condiciones de trabajo (el quirófano).

Soy consciente de que estamos en una situación francamente mala y que durante bastante tiempo no vamos a tener soluciones milagrosas, porque no las hay, y eso requiere transmitir a los ciudadanos la verdad sobre la situación, pedirles coraje y comprensión y darles ánimo y soluciones. Y, una vez más, constato que los agentes sociales y el Gobierno siguen sin reunirse— casi deberían hacerlo ininterrumpidamente— para buscar salidas a esta durísima situación. Al menos por consuelo, deberían ponerse a la tarea, pues la situación actual es parecida a la de un enfermo muy grave que está hospitalizado y comprueba desolado que su médico está en un congreso. La cercanía es esencial y eso tiene mucho de psicológico. Habrá o no soluciones; serán mejores o peores, pero, por lo menos, veo al médico, insomne y a mi lado.

Juan Antonio Sagardoy Bengoechea es catedrático de Derecho del Trabajo y Seguridad Social.

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