Ópera china y ojos de pescado

Carlos Marín, barítono español -aunque nacido en la localidad alemana de Rüsselsheim- del conjunto superventas Il Divo, suele viajar principalmente por motivos laborales, aunque en ocasiones aprovecha para escaparse, como en una gira con el cuarteto de voces que le llevó a Tokio. Una vez fue allí, cogió el primer tren en dirección a Kioto, la antigua capital de Japón, donde se tomó unos días de descanso.
¿De verdad pudo descansar? La hospitalidad japonesa relaja desde el primer instante. Recuerdo que nada más entrar al ryokan (el hotel tradicional) nos descalzaron, nos desnudaron y nos ofrecieron una yukata (túnica de verano). Me pasé la tarde paseando por el jardín, con sus árboles exquisitamente podados. Y dormí como un lirón, y eso que te metes en un futón tendido sobre el suelo de tatami.
Sí que fue un viaje sedante.
Bueno, de vuelta en Tokio fui a ver un combate de sumo al estadio de Ryogoku. Es algo espectacular, se lo recomiendo a todo el mundo. ¡Qué tipos tan enormes! Dos metros de músculo y grasa. Dicen que comen dos kilos de carne al día.
Hablando de comer, ¿qué tal el pescado crudo?
Suelo probar comidas típicas, pero mmm... le diría que el cambio de aguas puede sentarle mal a uno. Una noche, acabé en un restaurante rodeado de ojos de pescado y otras rarezas de la gastronomía local. Eso sí, si quieres adelgazar, vete a Japón. Apenas consumen grasas. Al menos disfrutaría de la música local.
Es curioso, pero fui a ver una ópera china en Tokio. Impresiona que los hombres hagan el papel de mujer.
¿Fue lo que más le sorprendió? No, lo que más sorprende es lo respetuosos que son ahí. Para que se haga una idea, en nuestros conciertos las fans lanzan su ropa interior al escenario de manera descontrolada en cuanto salimos a escena.
No sé adónde quiere ir a parar.
Es que en Tokio hubo un silencio sepulcral durante el concierto. No sabíamos qué hacer. Lo estábamos dando todo. Y el público callado. Sólo al acabar, los espectadores se lanzaron en avalancha hacia el escenario, como locos, y entonces comenzó la lluvia de ropa interior.

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