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Reportaje:

El puerto clama "no a la guerra"

A Coruña restaura una grúa portuaria como tributo a la paz y la lucha obrera

Resplandeciente y altiva, La Seis vuelve a presidir el horizonte del puerto coruñés, en el corazón de la ciudad. La centenaria grúa de metal y madera que marcó la entrada de la ingeniería eléctrica en los muelles de A Coruña se ha transformado desde ayer, tras una laboriosa restauración, en un formidable monumento, símbolo de un siglo de historia tanto de la ciudad y su puerto, en el que arribó en 1910, como del movimiento sindical y obrero español de una época de fuertes cambios y convulsiones. Y es también todo un recuerdo vivo al "no a la guerra" que sacudió en las primeras décadas del siglo XX los cimientos de la monarquía española y el denostado Gobierno del conservador Antonio Maura por sus resoluciones bélicas contra Marruecos.

La Seis funcionó durante más de 70 años en el muelle de Santa Lucía

Testigo silencioso de la evolución de un puerto y una ciudad íntimamente unidos, La Seis, como la llamaban todos en el puerto por el número que luce en la cara externa del habitáculo de madera que guarda su sala de mando y de máquinas, es la única superviviente de las tres primeras grúas eléctricas cuya llegada marcó un hito en los muelles de A Coruña, entonces abarrotados de barcos de vela, de vapor y pasajeros que cruzaban el oceáno en busca de nuevas oportunidades.

Pero la historia de "la vieja", como le gustaba decir al maquinista jubilado Adolfo, que la manejó durante décadas, comenzó antes incluso de ser montada, cuando el ya pujante puerto coruñés encargó, en 1908, la construcción de unas trillizas de metal e ingenio eléctrico a la afamada empresa barcelonesa La Maquinista Terrestre y Marítima.

Casi dos años se tardó en cumplirse el encargo debido a la Semana Trágica de Barcelona, aquel movimiento obrero y social de trágico balance que paralizó la capital catalana en protesta por la declaración de guerra de España a Marruecos. Eran tiempos convulsos, de grandes cambios y movilización sindical, que demoraron la llegada de la ingeniería eléctrica a la dársena coruñesa, deseosa de jubilar las viejas máquinas de carbón que hasta entonces vaciaban o llenaban de mercancía las bodegas de los barcos.

Durante más de siete décadas, el brazo de hierro de "la seis", que costó 44.633 pesetas del año 1910, tomaría el relevo en las labores de desestiba desde el céntrico muelle coruñés de Santa Lucía. Hasta que se quedó obsoleta, olvidada e inmóvil. Pero a diferencia de sus gemelas, no acabó en un desguace y la Autoridad Portuaria se decidió a encargar su compleja restauración para reconvertirla en auténtica memoria local y nacional de todo un siglo. Casi un año costó recuperar la vieja grúa, borrarle las fuertes secuelas y deterioros que el mar y el tiempo había imprimido en su carcasa de acero y madera. Ahora la grúa luce nueva en una glorieta a la entrada del Puerto de A Coruña. Es un nuevo monumento de la ciudad, destinado a perdurar, dado que está previsto que, cuando parte del céntrico puerto sea historia y se liberen algunos muelles para su urbanización, la grúa centenaria siga, como símbolo de la historia, en el corazón de ese nuevo barrio al pie del mar.

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Dos antiguos trabajadores del muelle posan junto a La Seis en la inauguración del monumento.
Dos antiguos trabajadores del muelle posan junto a La Seis en la inauguración del monumento.GABRIEL TIZÓN

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