2009
Hacer predicciones es fácil. Lo difícil es que se cumplan. Pese a ello, y siguiendo una vieja tradición periodística, surgida, como otras tradiciones del gremio, de la falta de ideas mejores, este columnista intentará anticipar algunas de las cosas que ocurrirán en 2009.
Permitan que encabece la lista con algo que no guarda relación con las pantallas o los medios, y que, sin embargo, es absolutamente seguro: a la ministra Magdalena Álvarez le saldrá un destrozo en alguna obra del AVE. Quizá Álvarez ya no sea ministra, quizá se haya acabado el mundo, pero ocurrirá. Eso no falla, no ha fallado nunca.
Vamos con el riesgo. Creo que en 2009 empezará a entrar en crisis el actual modelo televisivo, y que alguna de las grandes cadenas privadas registrará importantes cambios en el accionariado. Las audiencias tienden a atomizarse, los jóvenes ven menos televisión que los mayores (prefieren otra pantalla) y la recesión va a notarse bastante en la facturación publicitaria.
Creo que en 2009 crecerá muchísimo la información por Internet. Hasta ahora, las cabeceras tradicionales, como la de este periódico, han dominado el sector. La marca pesa. No me convence, sin embargo, el sistema de coto cerrado (con alguna escapatoria hacia medios aliados) que utilizan las grandes marcas en sus medios digitales. La fricción entre los intereses de las empresas, que defienden lógicamente sus derechos mercantiles, y los intereses del público, que quiere tenerlo todo al instante y a ser posible gratis, se agudizará.
Creo, atención a la insensatez, que desaparecerán algunas cabeceras augustas y que surgirán nuevos medios en papel, destinados a convertirse, como decía Indro Montanelli, en "un lujo para la aristocracia intelectual". Quizá eso no ocurra en 2009. Quizá ocurra más adelante. O quizá no ocurra. Sinceramente, pienso que sí. Lo cual no significa gran cosa. También pensaba sinceramente lo que dije una noche de 1976, en los viejos talleres de La Vanguardia, cuando vi por primera vez un periódico recién nacido que se llamaba EL PAÍS. "Esto no va a durar ni seis meses", dije. Y ya ven. Quedan avisados. Que 2009 sea llevadero.
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