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Las cofradías tratan de que el gasoducto de Dénia no dañe la pesca

La cuenta atrás del polémico gasoducto que unirá Mallorca con Dénia a través de 267 kilómetros de trazado submarino ha comenzado y operarios de Enagás ya están trabajando en el proyecto a ambas orillas del Mediterráneo: en Dénia, dos embarcaciones de grandes dimensiones amarradas en su puerto, una plataforma y una embarcación especializada, ejecutan las fases iniciales de la obra, mientras que en Mallorca ya están instalando en el lecho marino los primeros 50 kilómetros de tuberías que llegarán hasta Ibiza. El gasoducto debe estar concluido a finales de 2009. Por este motivo, las cofradías de la provincia de Alicante han emprendido a contrarreloj negociaciones con la empresa para que esta impresionante infraestructura no afecte a sus principales caladeros de pesca.

En las alegaciones presentadas en 2007 ante el Ministerio de Medio Ambiente, el sector pesquero alicantino, apoyado por el de La Safor, mostró su temor a que tanto la magnitud de las obras que deben realizarse para las canalizaciones marítimas por las que fluirá el gas como la prohibición de faenar a 30 metros del gasoducto una vez que éste funcione, provoque una caída de un 50% en sus capturas de arrastre. Además, exigió que la conducción fuera subterránea para reducir su impacto sobre las superficies llanas del fondo del mar, fundamentales para la pesca de arrastre y ubicadas a una profundidad máxima de 997 metros.

Aunque esta última opción se ha descartado por su alto coste económico, fuentes de la Federación de Cofradías de Alicante señalaron que ya se habría alcanzado un preacuerdo con Enagás para disminuir el impacto del proyecto, preservar parte de los caladeros de pesca y aminorar la huida de las poblaciones de pesca cuando se ejecute el tramo de la conducción en el canal situado entre Ibiza y Dénia. No obstante, los profesionales del sector siguen inquietos por las consecuencias económicas de la actuación.

El gasoducto tiene un presupuesto de 490 millones, de los que 380 se destinarán al tramo submarino y el resto al terrestre, que unirá Dénia con Montesa. Se emplearán 22.000 tubos, muchos de los cuales ya se han trasladado desde el puerto de Alicante a Baleares. Además, la existencia de unos fondos rocosos cercanos a la costa de Dénia obligó a modificar el trazado de la canalización y encareció en 6 millones el proyecto.

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