Gordo
Nunca he jugado a la lotería, pero cada año espero con la máxima ilusión el sorteo de Navidad. No para que me toque el gordo a mí, cosa imposible, sino con la ilusión de que el gran premio caiga sobre mis compañeros de trabajo. Qué hermoso sería. Sueño con que la redacción de EL PAIS se hace millonaria y todos, desde el director hasta el más sufrido de los redactores (que debe ser quien encaja a diario esta columnita, con el penoso deber de leerla), se largan a casa a celebrarlo. Entonces yo, solo en el edificio, fabrico un periódico a mi gusto. Al día siguiente soy despedido, pero mis compañeros, generosos, hacen una colecta que me permite seguir comiendo al menos hasta Reyes. En fin, se trata sólo de un sueño.
Me intriga la pasión que suscitan las grandes sumas de dinero. Supongo que de ellas sigue diciéndose que "dan para retirarse". ¿Cuál es la gracia? Actualmente, para eso no hace ninguna falta el premio gordo; basta ponerse a tiro del jefe de personal para quedar fulminantemente prejubilado. Otros dicen que quieren el dinero para "tapar agujeros", como si dirigieran un fondo de inversiones, o para "dejar arreglados a los hijos", o para "vivir sin preocupaciones". Yo creo lo contrario. Creo que el dinero fácil no trae más que ansiedad y disgustos. El otro día leí una frase de un famoso vendedor de lotería: "Con el dinero se pierden los amigos, hay que aceptarlo". Si eso lo dice un hombre que se ha hecho rico con el juego ajeno, quizá convendría hacerle caso.
Mis dudas se extienden a Rico al instante, el megaconcurso que Antena 3 lanzará en enero. Ya estarán enterados: cada semana, la audiencia elegirá al feliz afortunado que se queda con medio millón de euros. Si he entendido bien la mecánica del juego, los concursantes no tendrán que hacer gran cosa, salvo responder a algunas preguntas fáciles. Lo esencial, parece, consistirá en que el concursante sea lo bastante simpático, o infeliz, como para convencer a la audiencia de que merece llevarse el pastón.
Nunca un concurso español ha dado tanto dinero de forma semanal. A ojo y a distancia, no estoy convencido de que alcance un gran éxito. Habrá que esperar y ver. De momento deseo a la concurrencia, y especialmente a mis compañeros de trabajo, que tengan mucha suerte en el sorteo.
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