_
_
_
_
Entrevista:Ángel Viñas | LIBROS -Entrevistas | Nuevas evidencias sobre la Guerra Civil

"Hubo una guerra civil, pero la República tuvo que pelear también contra el Eje"

José Andrés Rojo

Con El honor de la República, Ángel Viñas (Madrid, 1941) cierra su trilogía sobre la Guerra Civil (que completan La soledad de la República y El escudo de la República). Han sido ocho años de titánico esfuerzo, que lo han llevado a visitar media docena de países para consultar más de veinticinco archivos en siete u ocho idiomas. Desde que hace una década distintos Gobiernos empezaron a desclasificar un amplio arsenal de documentos a propósito del conflicto, y fueron accesibles algunos archivos privados que hasta entonces no podían consultarse, la necesidad de volver a escribir sobre aquellos trágicos años se convirtió para Ángel Viñas en una exigencia impostergable. Catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid, funcionario comunitario y embajador, ha residido en Alemania, Reino Unido, Bélgica y Estados Unidos, y desde sus primeras obras, todas sus investigaciones se han basado en fuentes primarias. Viñas reside ahora en Bruselas y visita Madrid un par de días a la semana para dar clases.

"Su estrategia se construyó alrededor de la idea de que su lugar estaba con las democracias occidentales y con la Unión Soviética sólo cuando era necesario"
Más información
Primer capítulo del ensayo 'El honor de la República', de Ángel Viñas

PREGUNTA. ¿Qué cree que aporta su trabajo a los estudios de la guerra?

RESPUESTA. El seguir escrupulosamente los nuevos documentos que se pueden conocer ahora. Se ha tenido mucha información del bando republicano, pero se conocía muy poco de lo que había pasado en el lado franquista.

P. ¿Por qué perdió la República?

R. Porque las democracias, la inglesa y la francesa, la abandonaron mientras Mussolini y Hitler no escatimaron medios para ayudar a Franco, y lo hicieron a crédito. Una guerra es una guerra y sólo se gana con armas. El apoyo de la Unión Soviética a la República no fue uniforme y además fue muy caro.

P. ¿Qué fue lo que provocó el conflicto?

R. Mi conclusión es que la guerra no fue resultado del funcionamiento de la República. Puedo aceptar que los conflictos que hubo durante aquellos años condujeron a que un grupo de militares diera un golpe de Estado. Pero la guerra como tal sólo se produjo cuando la Unión Soviética decidió intervenir vendiendo armas a la República.

P. No es lo que dicen muchos historiadores...

R. Mi discurso pretende desmontar el que ha construido la historiografía franquista, pero no porque el mío sea un discurso de izquierdas. Hago lo que cualquier historiador profesional, buscar la verdad. Y no toda la verdad está en los documentos, pero sin ellos no se puede hacer historia. La historiografía franquista, en cambio, es una historia ideológica y embustera: ha mentido y tergiversado, manipulado y escamoteado evidencias. Son los documentos los que te ayudan a saber, por ejemplo, que detrás del horror de Paracuellos estuvo un comunista ruso: Orlov.

P. ¿Esos documentos pueden establecer algunas verdades indiscutibles?

R. Sí. Por ejemplo, que el golpe de Estado no se hizo para prevenir una revolución comunista, que es una de las leyendas que han tenido más éxito. Otra cuestión esencial es que hubo una guerra civil, pero la República tuvo que pelear también contra el Eje. Alemania e Italia convirtieron España desde el principio en el terreno de su expansión militar. Mussolini llevaba conspirando contra la República prácticamente desde 1931. Hitler vio la posibilidad de debilitar a Francia con una intervención mínima.

P. ¿Qué pasó con Francia?

R. Su posición fue dramática para la República. Iba a ayudarla, pero una trifulca interna provocó que Leon Blum se echara atrás y lanzara la idea de la no intervención, a pesar de que muchos ministros le advirtieran del peligro del expansionismo alemán e italiano.

P. ¿E Inglaterra?

R. Baldwin está convencido de que las masas desatadas van a establecer en España la revolución. El efecto de la persecución y asesinato de religiosos y de Paracuellos, sobre todo, fue demoledor. Permitió que cristalizara entre los ingleses la idea de que el Gobierno republicano estaba en manos de un grupo de gánsteres. Así que jugaron las cartas de los militares sublevados.

P. ¿Por qué interviene la Unión Soviética?

R. El gran objetivo estratégico de Stalin era establecer una alianza duradera con Francia, y no le interesaba una Francia débil. Quería, además, mostrarle a Alemania que una agresión suya iba a ser respondida con armas. Y luego había motivos ideológicos y políticos. No podía abandonar al pueblo en armas y tampoco perder la batalla propagandística con los trotskistas, sus grandes enemigos, en relación con sus camaradas españoles.

P. ¿Se inclina la República, entonces, hacia la Unión Soviética?

R. La defensa militar de la República pasa por el vector soviético porque necesita armas. Su estrategia, sin embargo, se construyó claramente alrededor de la idea de que su lugar estaba siempre con las democracias occidentales y con la Unión Soviética sólo cuando era necesario. Creo que esta conclusión, que se deriva de los documentos, le da la vuelta como un calcetín a la interpretación que se ha hecho de la guerra habitualmente.

P. ¿Se atribuye a Negrín una fuerte sintonía con los soviéticos?

R. La angustia de Negrín, cuando se convierte en jefe de Gobierno en mayo de 1937, es qué hacer. Intenta que intervengan las potencias extranjeras para acabar el conflicto a través de un plebiscito e intenta también negociar con Franco. Pero éste sólo acepta la rendición incondicional. Y Negrín ve desde muy pronto que eso significa, como se vio más tarde, la masacre. Así que decide aguantar y aguantar mientras intenta hacer comprender a ingleses y franceses lo que está pasando.

P. ¿Por qué no consigue la República con esa ayuda soviética frenar el avance de las tropas franquistas?

R. Fue una ayuda muy irregular. Durante casi un año casi no llegaron suministros. Y hay miles de despachos que los reclaman con urgencia. Pero Stalin había decidido colaborar con los chinos para frenar el avance japonés, que era mucho más peligroso para sus intereses. Y no podía mantener abiertos dos frentes al mismo tiempo. Stalin sólo cambió después de Múnich, en septiembre de 1938, y volvió a enviar masas considerables de material. Ya era muy tarde.

P. ¿Qué ocurrió para que la guerra se prolongara durante tanto tiempo?

R. El 5 de abril de 1938 los franquistas tomaron Lérida. Yagüe vio abierto el camino para llegar a Barcelona y acabar la guerra, y se dispone a avanzar. Es cuando Franco lo frena y ordena a sus tropas dirigirse hacia Valencia. La explicación que se ha dado de esta decisión es que Franco tenía miedo de que Francia decidiera intervenir en cuanto viera la amenaza fascista a las puertas de su frontera. Los documentos muestran que no hubo el menor peligro en ningún momento y que Franco lo sabía y no quería darle todavía el golpe mortal a la República.

P. ¿Y cómo recibió su entorno ese cambio de planes?

R. Vigón, Solchaga y Kindelán apoyaron en Lérida la idea de acabar cuanto antes la guerra. Prolongarla le venía, sin embargo, bien a Franco para quebrar la espina dorsal de la izquierda española. Quería purificar España y destruir a su enemigo.

El honor de la República. Entre el acoso fascista, la hostilidad británica y la política de Stalin. Ángel Viñas. Crítica. Barcelona, 2008. 624 páginas. 29,90 euros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_