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Reportaje:Signos

"El azar puede destruirnos"

Garriga Vela ahonda en el microcosmos de una familia en su novela 'Pacífico'

Dice José Antonio Garriga Vela estar sorprendido de cómo se ha producido su reencuentro con los lectores. Tras siete años de silencio editorial, este malagueño de adopción ha dado una de las gratas sorpresas editoriales de 2008. Su última novela, Pacífico (Anagrama), ha encontrado el reconocimiento de la crítica, que ya la compara con otra de sus obras más exitosas, Muntaner 38 (1996). Y también del público. A más de un lector se le ha hecho corta la novela y le hubiera gustado estirar las 176 páginas de esta obra en la que Garriga Vela narra de forma minuciosa las desventuras de una familia modesta sacudida de golpe por la desgracia.

Pese a que se define como un "hombre tranquilo, que también los hay", la calma elegida no ha sido el motivo por el que Garriga Vela ha estado siete años sin publicar. El motivo, más azorante, no era otro que no sentirse a gusto ni identificado con lo que estaba escribiendo, una novela bastante más extensa y de la que al final pudo hilvanar la resultante. "No estaba cómodo con la novela que estaba escribiendo. La voz del narrador no guardaba ninguna relación conmigo. Tampoco la atmósfera me gustaba. Hasta que surgió la chispa y todo empezó a funcionar", recuerda el autor sobre esos años de atasco narrativo.

"He descubierto que la inspiración viaja en autobús", afirma el escritor

Sostenía Pérez Galdós que toda persona lleva consigo una novela, teoría que Garriga Vela suscribe, ya que esa "chispa" que le llevó a desmadejar el hilo de su nueva novela saltó mientras viajaba en un autobús hacia Rincón de la Victoria, cuando escuchó una conversación en la que alguien afirmaba de forma taxativa que "nosotros somos dueños de las desgracias". "He descubierto que la inspiración viaja en autobús. Una conversación robada al azar me indicó la salida del laberinto en el que estaba perdido", señala.

En Pacífico, Garriga Vela retoma a la familia como núcleo de la trama, al igual que ya hiciera en Los que no están (2001), una familia ensimismada a la que somete a un minucioso escrutinio, revelando sus glorias, pocas, y sus miserias. "Mis novelas suelen desarrollarse en espacios reducidos y con pocos personajes. Una familia y un pequeño grupo de amistades son suficientes para desarrollar una trama que puede reflejar la sociedad entera", apunta el autor.

La historia de Pacífico es la historia de Sebastián, su protagonista, pero también de todos los que le rodean, familiares y amigos. Los miembros de esta familia han vivido siempre en la inopia, pero la realidad les sacará de ella a golpes. Un golpe del azar hará que la tranquilidad en la que plácidamente transcurre la vida del protagonista se resquebraje, arrastrando a su entorno, que desnuda sus pasiones y sus miserias.

Garriga Vela justifica su gusto por los micromundos, las historias personales y los sentimientos aduciendo que "en un pequeño espacio caben todas las aventuras". Y es que en ese espacio reducido que supone las relaciones de familia discurren varias historias paralelas: la que vive el padre, viajante de profesión con su amante; la que mantiene la madre, comadrona, con sus dos hijos y su esposo; y la terrible desgracia que el azar depara al protagonista, Sebastián, que marca toda la trama y la conduce a un inaudito final. "El azar puede destruirnos. Un malentendido, un golpe de infortunio puede destrozar nuestra vida. Creemos que el bienestar permanecerá siempre y, sin embargo, en cualquier instante todo puede irse al traste", razona Garriga Vela, que sitúa la historia en una ciudad ficticia en la segunda mitad del pasado siglo.

"Los datos históricos los utilizo para encontrar concordancias y diferencias entre los hechos y los protagonistas de la novela. Estoy construyendo una ciudad que es una mezcla de las dos ciudades que más han influido en mi vida: Málaga y Barcelona", comenta.

Pese al gran recibimiento que ha tenido su último trabajo, Garriga Vela no se plantea aprovechar tan grato momento anímico para iniciar de inmediato una nueva labor. Haciendo gala de lo que le decía su padre de pequeño -"Mi padre me decía que vivía en la inopia"-, pretende disfrutar un tiempo en este reposado estado de vivir la vida. "He pasado siete años con una novela y ahora que todo va bien no puedo abandonarla para irme con otra. Creo que Pacífico y yo nos merecemos disfrutar este momento".

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