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Un viejo timo

Carlo Ponzi no inventó la estafa que lleva su nombre. La hizo famosa en 1920. Todo comenzó con un cupón de correos español. Este inmigrante italiano en EE UU descubrió que podía obtener seis céntimos de algo valorado en uno. Decidió captar dinero para explotar la oportunidad prometiendo rentabilidades del 100% en 90 días. Tuvo éxito. Pero Ponzi no invirtió el dinero en cupones, sino que lo dedicó a pagar intereses a los primeros inversores. Este esquema precisa un gran crecimiento de los ingresos y, cuando éstos son insuficientes, el engaño se desmorona. En la estafa Ponzi el timador mantiene contacto directo con los inversores; en el fraude piramidal, el estafador convence a sus clientes para que ganen dinero captando a nuevos inversores.

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