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Zapatero admite que "pudo haber errores" con el Estatuto

Luis R. Aizpeolea

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, admitió ayer por primera vez: "Todos pudimos cometer errores" con la reforma del Estatuto de Cataluña, porque "no fue un proceso políticamente fácil". Aunque reconoció los problemas originados por el asunto más polémico de su primera legislatura, Zapatero defendió la "lógica constitucional" con que se tramitó, el diálogo entre parlamentarios y el papel decisivo de las Cortes.

El presidente del Gobierno hizo estas observaciones durante la conferencia que pronunció, con motivo de la celebración de los 30 años de Constitución, en el Centro de Estudios Constitucionales. Allí defendió la "utilidad" de una reforma de la Ley Fundamental sobre cuestiones "de carácter orgánico o procedimental", como la sucesión a la Corona y la reforma del Senado, pero precisó que "sólo sería prudente y oportuno hacerlo con un consenso básico de partida".

Zapatero reconoció que en su primer mandato la reforma constitucional fue un objetivo prioritario, pero que pronto se dio cuenta de que no se daban las condiciones para materializarla. El presidente del Ejecutivo sigue pensando que "no hay, en este momento, un clima político propicio para poner en marcha un procedimiento de reforma significativo de la Constitución".

El bisturí contra ETA

No obstante, apuntó que "probablemente, esta progresiva inmersión social en la reforma sea el caldo de cultivo necesario para que algún día se den las condiciones políticas para abordarla [la revisión constitucional] con suficientes garantías de normalidad".

El presidente abordó en la conferencia otras cuestiones polémicas, como la lucha antiterrorista. En pleno debate sobre la posibilidad de disolver los 42 ayuntamientos gobernados por ANV, Zapatero invitó a tener cuidado para que "el bisturí" que debe extirpar las células cancerígenas "no roce el corazón del pluralismo".

En relación con la renovación del Tribunal Constitucional, arremetió contra el PP sin citarlo. "Incurren en una contradicción esencial quienes, desde puestos de relevancia pública, no dudan en golpearse el pecho a diario para proclamar su adhesión a la Constitución y luego no extreman el celo para respetar, hacer respetar y facilitar la tarea del tribunal. No hay Constitución normativa sin jurisdicción constitucional ejercida con independencia, responsabilidad y capacidad de persuasión", dijo.

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