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Reportaje:FUERA DE RUTA

James Bond, perdido en el desierto

Ruta aventurera por el desierto de Atacama, en Chile, donde se sitúa el último filme de 007 y pasa este año el Dakar

Al desierto de Atacama se le llama el desierto florido porque algunos años, cuando las lluvias son abundantes, sus tierras baldías se llenan de flores. El fenómeno se produce en los meses de la primavera, entre septiembre y noviembre. Son flores coloridas y con nombres sonoros: garra de león, malvilla, pata de guanaco... Al verlo resulta imposible imaginar, al parecer, que debajo de aquel jardín pueda haber un desierto.

Al desierto florido de Atacama llegarán este año los pilotos del rally más famoso del mundo -el París-Dakar, que ahora tendrá principio y fin en Buenos Aires- y el espía James Bond, quien en sus nuevas peripecias pasea su galanura por Chile (aunque en el filme se supone que es Bolivia). Los primeros, a bordo de sus vehículos, recorrerán el sur del desierto, desde Valparaíso hasta Copiapó. Daniel Craig, en cambio, persigue a los malhechores más al norte, en la región de San Pedro de Atacama, donde se agrupa la mayoría de las atracciones turísticas.

Hay que decir antes que nada que lo más deslumbrante del desierto de Atacama es el desierto mismo: sus cerros secos, sus paisajes de sal, sus campos agrietados, sus dunas. Atravesado por dos cordilleras que van de norte a sur -la de los Andes y la central-, el desierto se convierte en una especie de laberinto sin salida, como diría Borges. Sus carreteras, con excepción de la Panamericana y de algunas otras principales, son caminos mal asfaltados, pistas de grava o simples trochas abiertas en una ladera sobre barrancos. El viajero puede contemplar la infinidad de formas en que se encarna la desolación. El paisaje es siempre solitario, pero se suceden a lo largo de la ruta perspectivas tan diferentes que resulta extraño tener que darles el mismo nombre. Algunas montañas -al sur de San Pedro, por ejemplo- parecen óleos de Zóbel pintados con sedimentos geológicos: colores tenues, pinceladas desvaídas.

Pruebas de supervivencia

Hay en Atacama rutas panorámicas que pueden convertirse en una aventura temeraria si no son bien planificadas. Cien kilómetros de recorrido pueden exigir más de cinco horas y enfrentar al turista con pruebas de supervivencia dignas del explorador más avezado. Las carreteras secundarias que, atravesando los salares, unen por el sur San Pedro de Atacama con la Panamericana, por ejemplo, se enredan sobre sí mismas como si quisieran extraviar a quien las cruza. Y el sendero que lleva a Ovalle desde Vicuña -la ciudad natal de Gabriela Mistral, donde hay un museo dedicado a la poetisa- resulta tan espeluznante como hermoso: discurre por precipicios peligrosos y atraviesa parajes despoblados y hostiles. Los pilotos del Dakar quizá se admirarían al pasar por allí. Lo importante, pues, como en el regreso de Ulises a Itaca, es el viaje, no el destino. Pero una vez sabido esto, el turista puede encontrar en Atacama, además, numerosos atractivos concretos. La mina de cobre de Chuquicamata, al norte de la ciudad de Calama, es la primera de ellas. Es una de las mayores minas del mundo a cielo abierto. Su interés es sobre todo pedagógico -el funcionamiento de la minería, las condiciones de vida de los trabajadores-, pero la visita sobrecoge.

San Pedro de Atacama es la ciudad más visitada del desierto y sin duda la que ofrece mejores infraestructuras turísticas. Se trata de un pueblecito típico y agradable cuyo mayor encanto es el ambiente un poco hippy y bullicioso que respira. La visita monumental se cumple paseando por su plaza y entrando en el pequeño museo arqueológico que hay allí y en la iglesia de San Pedro, que fue levantada en el siglo XVIII y que posee la sobriedad de los templos humildes: muros de adobe lisos, interiores desnudos.

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Sal convertida en piedra

Desde San Pedro se pueden realizar excursiones a algunos de los lugares más fascinantes de la región. El salar de Atacama, por ejemplo, es un desierto blanco, una extensión de sal convertida en piedra hasta el horizonte. En algunos oasis del camino -que parecen espejismos- se ven grupos de flamencos rosados bebiendo. Alrededor no hay nada: la inmensidad vacía.

Para llegar a los géiseres del Tatío hay que madrugar mucho. El fenómeno geotérmico se produce en el amanecer: el frío exterior, extremo, y el agua subterránea calentada volcánicamente ofrecen un espectáculo impresionante. Con las primeras luces, los dientes castañetean, pero en cuanto el sol asoma por detrás de las montañas se produce el milagro y algunos turistas empiezan a desnudarse y se zambullen en la poza de aguas termales que hay allí.

El valle de la Luna y el valle de la Muerte, también cercanos a San Pedro, son formaciones geológicas extrañas que hechizan al viajero. Al atardecer, se ve cambiar la luz de todo el valle, pasar del dorado al rojo, encenderse el cielo. Los amantes de las puestas de sol y de las maravillas minerales no deben perderse este lugar.

Las lagunas altiplánicas, a más de cuatro mil metros de altura, tienen una belleza sosegada. Poco a poco, en la ascensión, se va viendo cómo comienzan a llenarse las laderas de unos matojos amarillentos -pinceladas de Van Gogh, en este caso- que acaban adueñándose de las laderas. Las lagunas, a las que cubre un aire casi gélido, son luminosas y parecen quietas, irreales. Al viajero melancólico o romántico le vienen ganas de quedarse a vivir allí.

La lista de lugares de interés que hay en la región de Atacama sería interminable. El parque nacional Pan de Azúcar, la laguna Verde, el bosque de Fray Jorge o el valle del río Elqui, ya en el sur, son sólo algunos de ellos. Con la cordillera de los Andes a un lado y el océano Pacífico al otro, la soledad del desierto se agiganta.

» Luisgé Martín (Madrid, 1962) es autor de Los amores confiados y El alma del erizo (Alfaguara).

Uno de los géiseres del Tatio, que acostumbran a escupir agua y vapor con las primeras luces del día.
Uno de los géiseres del Tatio, que acostumbran a escupir agua y vapor con las primeras luces del día.GONZALO AZUMENDI

Guía

Cómo ir

» Mayoristas como Nobel Tours (www.nobeltours.com), Excellence Tours (www.excellencetours.com), Kuoni (www.kuoni.es) o Dahab Travel (www.dahabtravel.es) ofrecen paquetes para descubrir el desierto de Atacama y otras zonas del norte de Chile con precios que parten en torno a los 1.660 euros (9 días / 7 noches de hotel).

Información

» Oficina de turismo de Chile en España

(900 10 20 60). Lagasca, 88. 6º piso. Madrid.

» www.sernatur.cl

» www.chile.travel

» www.sanpedrochile.com

Más propuestas e información práctica en la Guía de Chile

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