Murdoch olímpico
El olimpismo y las televisiones públicas europeas rompen su matrimonio de 60 años
El Comité Olímpico Internacional (COI) ha decidido vender los derechos europeos de los juegos de invierno y verano de 2014 y 2016, respectivamente, a la corporación televisiva que preside Rupert Murdoch. Desde hace más de 50 años, los derechos deportivos de estos eventos eran otorgados a la Unión Europea de Radiodifusión (UER), que agrupa unas setenta emisoras, muchas públicas, TVE entre ellas. Ante la perplejidad de la UER, el argumento suministrado por el COI para explicar esta decisión, y a falta de conocer los detalles contractuales, es la recaudatoria. Murdoch ha ofrecido más dinero, consumando así la ruptura entre las televisiones públicas europeas y el aparato olímpico.
Ya hace años que los aspectos angélicos del movimiento olímpico se mezclan, inevitable y lógicamente, con el show-business. Algo ha hecho mal la UER. De entrada, equivocarse en la cantidad económica de la puja ante un COI cuyos derechos televisivos sufragan en una parte muy importante la organización de la fiesta olímpica. La UER ha lamentado que la autoridad olímpica no haya valorado el espíritu olímpico de las emisoras públicas, un espíritu que, sin embargo, se ha demostrado tan asociado a los cálculos de audiencia como en otros eventos. Y si no, cómo explicar los racaneos de TVE ante la cita paralímpica.
Este llamativo cambio en la cartera olímpica del audiovisual europeo pone en evidencia la globalización del mercado televisivo. El hecho de que en algunos países, determinadas citas deportivas sean consideradas como de "interés general", concepto engordado políticamente por el Gobierno de Aznar, supone que Murdoch se encontrará con la obligación de revender algunos derechos regionales que esta semana ha conseguido u ofrecerlos en abierto aunque disponga de canales de pago. Las televisiones públicas podrán, pues, ir a una repesca mucho más cara, donde juegan con la curiosa ventaja de gastar dinero público, a menos que antes cambie la legislación.
Dentro de ocho años, la oferta y manera de consumir televisión no será exactamente la de ahora. La televisión por Internet jugará un papel menos subsidiario, que el COI contempla como otra fuente de ingresos. Pero lo que debe interesar al telespectador es el acceso al acontecimiento olímpico en buenas condiciones. Y no está escrito que alguien que no sea la UER no pueda hacerlo.
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