"He evitado los encargos"
El escultor británico Anthony Caro instala su obra 'Explorer's Book' en el bilbaíno paseo de Abandoibarra
Sir Anthony Caro (Londres, 1924) se hallaba ayer expectante por ver su escultura Explorer's Book ("El libro del explorador") instalada en el bilbaíno paseo de Abandoibarra. La obra, construida con una pieza de hormigón y restos de anclas de acero, evoca la forma de un libro abierto y el pasado vinculado a los astilleros navales del lugar donde quedará ubicada, junto a la zona de juegos infantiles del citado paseo, en las inmediaciones del Guggenheim. Caro aseguró que espera que los niños jueguen con su escultura, que se relacionen con la obra de arte y tengan la sensación del espacio. "La escultura es algo sobre el cuerpo. Yo no creo en las líneas conceptuales", defendió.
La pieza pertenece a una serie que comenzó a realizar hace unos años en acero y cerámica, piezas de pequeño tamaño con forma de libro. Bilbao Ría 2000 eligió Explorer's Book para colocarla junto a la biblioteca de la Universidad de Deusto, todavía sin concluir.
La escultura, realizada en hormigón y acero, evoca un libro
Caro se consideró afortunado por tener ya lista la obra que Bilbao Ría 2000 consideró adecuada. "El arte público crea muchos problemas. Es importante elegir buenos escultores, que realicen buenas obras, pero los encargos nunca son fáciles. Debes pensar en los sueños del cliente y en el lugar donde va a estar", aseguró poco antes de descubrir su escultura. "Toda mi vida he evitado los encargos públicos y estoy muy orgulloso de haberlo hecho, porque me ha dado una gran libertad".
La larga experiencia de Caro -formado como ayudante de Henry Moore, con gran influencia a través de sus clases en la escuela de arte St. Martins, en Londres, y considerado el mayor escultor británico vivo- le permite aventurar que la crisis económica puede convertirse en el revulsivo que necesita el mundo del arte, en su opinión dirigido por los medios de comunicación y las finanzas. "Es el momento de buscar con más cuidado, usar mejor los ojos y menos el dinero", defendió.
Su obra en Bilbao queda ubicada cerca de Begirari IV, de Eduardo Chillida, sita en el arranque de la pasarela Pedro Arrupe, que une Abandoibarra con la Universidad de Deusto. Tal ubicación le hace muy feliz. "Chillida fue un gran escultor y un gran ser humano", recordó con afecto. "Fuimos amigos; hablábamos mucho de arte. Teníamos referencias diferentes, él de París, yo de Nueva York, pero nos entendíamos muy bien y confluimos en una línea de pensamiento similar".
Recién acabado el proyecto de reconstrucción de una capilla en Bourbourg, en el norte de Francia, cerca de Calais, Caro vive la sensación de haberse liberado de una pesada carga, uno de esos encargos públicos que se van complicando. A los requerimientos de conservación del edificio y las relaciones con la Iglesia se sumaron las estrecheces de presupuesto. Después de tres años de intensa dedicación al proyecto, sólo interrumpida por la elaboración de joyas, ha vuelto a la escultura para "pasarlo bien". "Nunca he cumplido las normas que me he dado a mí mismo. Durante años, he sido un artista abstracto, pero he empezado unas piezas figurativas", adelantó. ¿El resultado? "Déjenme 18 meses", respondió.
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