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Columna
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Zapatero y Johan Cruyff

En un quiosco de Alonso Martínez, a dos pasos del número 2 de la calle de Santa Teresa, en cuya fachada una lápida recuerda que en aquella casa murió el 23 de enero de 1893 el gran José Zorrilla, el autor de Don Juan Tenorio, leo en la portada de un periódico que el presidente del Gobierno invita a olvidar la fecha del 20 de noviembre. Aquel día inolvidable, Francisco Franco, allá por 1975, subió al cielo para pánico de Dios Padre, que al instante comenzó a temblar por su trono. Siempre que oigo la palabra olvido me acuerdo de Johan Cruyff, un sabio con el balón y también un sabio cuando abría la boca y soltaba sentencias délficas. Tras una derrota del Barça, que él entrenaba, le preguntó, algún día después, un entrevistador televisivo si ya se había olvidado del partido y le contestó casi indignado: "¿Olvidar?, olvidar nunca". Yo tampoco olvidaré nunca aquella respuesta de Cruyff que, como hijo legítimo de Bécquer, el autor de los versos "donde habite el olvido / allí estará mi tumba", venía a recordarnos que las Musas eran hijas de Mnemósine, la Memoria. Por eso es tan recomendable la frase "pasar página" para designar el avance mental sin anclarse en el rencor de las frustraciones del pasado. Pero, por supuesto, sin olvidarlo.

Tras una derrota del Barça, que él entrenaba, contestó: "¿Olvidar?, olvidar nunca"

Es muy higiénico que pasemos página en el asunto del aniversario de la muerte de Franco. Pero nunca hay que olvidar que aquel régimen criminal equivalió a muchas docenas de las más gangsteriles bandas terroristas. Con la calculadora en la mano, y acordándome de que nunca he sentido el menor deseo ni curiosidad por conocer el palacio del Pardo, donde vivió aquella almita de la caridad -y no la llamo almeja porque ya escribió Álvaro de la Iglesia, en el título de una novela suya, aquello de "En el cielo no hay almejas" y Franco está en el cielo, claro-, divido 300.000 -la cifra mínima de muertos de la Guerra Civil- por los 850 ciudadanos que ha asesinado ETA. La cuenta dice que la rebelión franquista equivalió en el total de ciudadanos exterminados, como mínimo, a 350 ETAS. Como la Guerra Civil duró tres años y ETA ha cumplido ya los cuarenta, la equivalencia de ETAS respecto a la rebelión franquista, en proporción a los años de actuación, habría que elevarla a 4.500 bandas terroristas.

Johan Cruyff, en sus días gloriosos de futbolista, causó estragos en Madrid. Con el Barça llegó a humillar al Madrid dándole lo que, con certera y cómica metáfora, se llama una manita: meñique, anular, corazón, índice y pulgar: Real Madrid 0 - Barça 5. ¡Y, para colmo, en el Bernabéu! Para describir aquella catástrofe madridista del Santiago Bernabéu, haría falta el talento de Homero, junto con el talento del irlandés James Joyce -honrado en Madrid con un pub situado entre la Puerta de Alcalá y la plaza de Cibeles-, que escribió su Ulises calcado sobre la Odisea homérica. Y, además, habría que contar con el talento del cretense Kazantzakis, que, en el siglo XX, también escribió en griego su Odisea, un poema épico de 33.333 versos pentadecasílabos.

El jueves pasado, y en un homenaje a la memoria homérico-kazanzakiana, que nos retrotrae al siglo VIII a. C., -en la celebración del 20 Aniversario de la Sociedad Internacional de Amigos de Nikos Kazantzakis, oficiado en la Universidad Autónoma de Madrid por la catedrática del Barça- o, como mínimo, de la Universidad de Barcelona - Blanca Vilà Costa, Helena González Vaquerizo dictó la excelente conferencia "La Odisea en la Odisea. Homero en Kazantzakis".

Tras aquella invitación del barcelonista Zapatero al olvido, oí, algún día después, en la cadena SER que el cardenal y arzobispo de Madrid Rouco Varela nos invita también a olvidar nuestro atroz pasado en clara respuesta al juez Baltasar Garzón, empeñado en recuperar la memoria histórica, que, por otra parte, tanto apoya Zapatero. ¿Cómo se explica que Zapatero, que es casi el inventor de la llamada memoria histórica, cometa el desliz de apelar al olvido para el aniversario de la muerte de Franco? Que dé la respuesta desde el infierno el Luis Cernuda, que tituló Donde habite el olvido uno de sus mejores poemarios en homenaje a su paisano sevillano Bécquer.

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En un espléndido Recital de Poesía, organizado por EL PAÍS, y que presentó en el Círculo de Bellas Artes Concha García Campoy, Ana Belén, Juan Diego Botto, Juan Echanove, Pedro Guerra, Víctor Manuel, Cristina Marsillach, Joaquín Sabina y Aitana Sánchez Gijón dieron voz a los grandes poetas contemporáneos de lengua española seleccionados por José Manuel Caballero Bonald. Y fue otra buena forma de recuperar nuestra memoria poética. La exquisita edición de 30 poetas espléndidos en libros de tapa dura y magnífico papel, comercializada por EL PAÍS en los quioscos, es, para mí, una tentación invencible a la hora de comprar la prensa.

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