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Reportaje:

La fábrica más alta de Galicia

Ascensores Enor ocupará un edificio de Alfonso Penela pensado para los trabajadores

Chimeneas aparte, la torre que proyectó Alfonso Penela para la nueva fábrica de ascensores Enor en Vigo convierte este inmueble en el edificio industrial más alto de Galicia. Nada que ver con bloques residenciales como la torre Costa Rica (José Antonio Franco Taboada) o el edificio Trébol (Carlos Meijide) de A Coruña. Nada que ver, tampoco, con los escapes de humos de Endesa (356 metros), Sabón (200), Meirama (200) o Alúmina (152). Pero es que se trata de otra cosa. El minarete levanta 42 metros (equivalentes a 14 plantas) sobre el suelo del polígono de Valadares y servirá para probar los elevadores de tecnología gallega. El edificio de hormigón prefabricado y vidrio ha costado 11 millones y ocupa en su conjunto 18.000 metros cuadrados. Bajo tierra oculta un aparcamiento para 250 coches que no dejará sin plaza a ningún trabajador de la fábrica, y en superficie, sobre un mar de cristal, despunta la torre.

"Hay arquitectos con síndrome de Estocolmo. No saben ver al enemigo"
Enor se volcó en la fabricación de ascensores en los 60, al crecer los edificios

La altura del edificio que el año que viene se convertirá en buque insignia del Grupo Enor es algo que siempre se termina comentando en las visitas guiadas que ya se organizan, pero Penela (Vigo, 1955) prefiere hablar de otras cosas. "Lo trascendente no es eso", defiende el arquitecto, "sino, aunque suene a vanidad, el haber creado un lugar digno para trabajar, superando la arquitectura industrial de papel de chapa".

"Mi intención era recuperar la tradición estética que se perdió en Galicia con las últimas fábricas de conservas y hacer una factoría confortable a la que los empleados vayan a gusto y orgullosos", explica el autor. "Van a estar ahí un tercio de su vida, y no se les puede castigar". En la Facultad de Económicas de Vigo, también obra de Penela, "hay trabajadores que van el fin de semana para leer y hacer sus cosas", porque están mejor que en casa.

A Penela no se le viene a la cabeza ninguna fábrica contemporánea "interesante". "Aquí, la arquitectura industrial es una asignatura pendiente, se menosprecia, no tiene la dignidad de otros espacios". Y en concreto "el nombre de Parque Tecnolóxico de Valadares parece una metáfora surrealista, o una broma pesada, porque de parque no tiene nada y, si me apuras, de tecnológico, tampoco. Tendría que haber algo de investigación en aquellas naves, pero son una sucesión de almacenes".

El arquitecto está de acuerdo con las polémicas declaraciones del modisto Adolfo Domínguez, que hace una semana, tras acuñar una nueva frase para la historia ("la belleza es rentable") dijo que los vigueses "son brutos claramente e hicieron una ciudad sin preocupación por el medio paradisíaco en el que está".

"Es cierto", comenta Penela. "Pero lo verdaderamente dramático es que el nuevo plan urbanístico vigués es más, mucho más, de lo mismo, y va a impedir revertir el desastre ahora que aún es posible". Lo de Vigo, protesta, "parece una especie de maldición: los políticos no aprenden de los sucesivos errores y los planeamientos urbanísticos defienden los intereses particulares de muchos. No sólo de los promotores, sino de los arquitectos, que tienen el síndrome de Estocolmo y no identifican a su propio enemigo".

"Respecto a la belleza... La belleza es algo intrínseco, no sólo un barniz. La lógica y la sensillez, a veces, devienen en belleza, y esto por supuesto que es rentable. Lo sabe Adolfo Domínguez y lo tenía claro mi cliente [Ángel Santorio, director general de Enor]", afirma Penela. "En esta obra nos entendimos desde el principio".

El Grupo Enor (Electromecánica del Noroeste) organiza anualmente un Gran Premio de Arquitectura y en su segunda edición distinguió a Penela con un galardón. La empresa fue fundada en Vigo en 1951 y pronto se convirtió en una cooperativa de reparación y montajes eléctricos. Con los 60 y el desarrollismo, los edificios crecieron, demandaron ascensores y Enor recondujo su destino hacia este campo para competir en la península con las multinacionales estadounidenses y alemanas. Con 400 empleados en varias sedes, hoy es líder mundial en la fabricación de elevadores para barcos, hace también puertas mecánicas y sus ascensores abundan en museos, hoteles y edificios singulares. Pero ahora uno de los edificios más singulares de Vigo es su propia factoría. En un mes, según el arquitecto, estará terminada.

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